Ante las próximas votaciones. Sabios y broncas.
Como ya saben, ya pronto
estaremos en período electoral. Las votaciones, que no elecciones,
están a la vuelta de la esquina.
Ya sabemos cómo empieza dicho período: reuniones de
los partidos con sus correspondientes sesiones para la “toma de conciencia” de
los ciudadanos, basándose en estrategias de todo tipo que van desde el insulto
y la descalificación del “enemigo”, hasta la magnificencia del programa del
respectivo partido con las “ponencias” consabidas. Hay que recuperar a los
indecisos y dar una patada en el tabalario a los disconformes, oiga.
Una de las “ponencias”, que siempre aparece en todo
período electoral, es más una consigna de tipo dogmático: mostrar al “pueblo
soberano” un rol de exposiciones y argumentos, planos en su mayoría, para
convencer a los votantes que “nos
voten”, y no lo hagan al “enemigo” porque les puede traer consecuencias
nefastas, tales como más impuestos, menos escuelas, menos hospitales, mayor
corrupción, menor libertad, más explotación, etc, etc.
Las citadas “ponencias” son muy sencillas y
elementales porque tiene que asimilarlas el “pueblo soberano”: la crisis es
cosa de los americanos, de la derecha, que, ¡faltaría más!, está al servicio de
la banca, del gran capital, de la Iglesia y demás monsergas.
Luego viene el mitin, con el consabido unanimismo para
explicar a la ciudadanía la realidad, es decir, que si la guerra ilegal
imperialista, que si el fascismo, que si la Iglesia, y el larguísimo etc. de
siempre.
Una vez vistas todas las “ponencias”, llega el momento
de elegir a los cabezas de lista, eso sí, sin la menor participación del
“pueblo soberano”. Y entonces es cuando empieza la fiesta: manifestaciones
públicas, mítines, altoparlantes por las calles, pancartas, tamborileros, etc.
En los mítines no pueden faltar los “voceros”
correspondientes, sujetos perfectamente amaestrados y que son los encargados de
memorizar consignas, jalear a la gente y reírse de la “chispa” del mitinero y
alabar el talento y el talante del mismo.
Una vez ya metidos en plena campaña, viene lo de
siempre: el maniqueismo de buenos y malos, con los correspondientes mensajes
subliminales para persuadir, solicitar el voto, dar instrucciones, etc. Así,
cuando se dice “esos”, obviamente se refiere al “enemigo”, y cuando se dice
“hasta aquí hemos llegado” quiere decir que hay que “echar al enemigo”.
Luego viene el INRI: comité de “sabios” para las
campañas, “sabios” que hacen siempre lo mismo: extender la bronca, la
confrontación, la mentira, la crispación, etc, etc, que achacan al partido
“enemigo”, para proclamar el diálogo, la fraternidad, el talento, el talante,
la honestidad y la bonanza de nuestro partido. Son las trampas saduceas y
sibilinas de siempre, acompañadas de los cantos de sirena correspondientes, que
harían sucumbir al mismísimo Ulises.
Continuará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario