Mucho se habla de
solidaridad, de ONGs, de marginación, etc,. La verdad es que cuando se escuchan
estas palabras, muchas veces siente uno desconfianza y temeridad. Y decimos
esto porque parece que lo único que se pretende es saquear al “pueblo soberano”
en nombre de aquellos conceptos que muchas veces sin son solidarios, ni van
para ONGs, ni para marginados.
Nos dicen que estas cosas son
verdaderas políticas socialistas. Mentira: son políticas estatistas, pues nada
tiene que ver el socialismo con la estatización. Sino que se lo pregunten a los
145 millones de pobres, auténtica famélica legión, que dejó dicha estatización
en la derrumbada URSS.
En vez de preocuparse por
recuperar la economía, con verdaderas inversiones para evitar que la gente sea
cada día más pobre, no, nos preocupamos de las políticas solidarias con todo
quisque: desde prostitutas y lesbianas, hasta invertidos y demás.
Este gobierno, asimismo,
tendría también que preocuparse por la protección de todas las personas para que,
en el caso de que hubiese trabajo, cada cual pudiera disfrutar de lo obtenido
por dicho trabajo.
Este interés por la
solidaridad, las ONGs, jubilaciones, etc, etc, no es más que para defender la
gran vidorra que se están llevando a costa del “pueblo soberano”. Vean los
miles y miles de liberados de pata negra que hay en España.
Además, el Estado con sus
reinos Taifas, es un buen refugio para “ministrinos”, funcionarios de alto
nivel “ad company”, que se apoderan del producto del trabajo ajeno, argumentando
falsos conceptos éticos y moralistas dando lugar a todo tipo de corrupciones.
Este nefasto gobierno que
tenemos en estos momentos en España, tal parece que ignora las terribles
consecuencias que, a corto plazo, pueden traer, y están trayendo, estas políticas
desastrosas propias de sujetos inmaduros. La calígine mental de esta pandilla
de íncubos es de una nebulosidad cósmica.
La verdad es que es triste
ver a mucha gente, jóvenes y mayores, irse al extranjero a trabajar. Pero más
triste es quedarse aquí totalmente indefenso ante un Estado manejado por un
gobierno de “progres”, o como diría D. Pío Baroja, de truchimanes y belitres.
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