viernes, 12 de enero de 2018

Los partidarios de Witiza


La actual ideología, si es que se le puede llamar así, que domina a esta pobre España de hoy, parece que tiende a diluir los conceptos de patria y de nación, a pesar de que nuestra tierra, casi con toda seguridad, se puede decir que es la nación más antigua de Europa.

Echando un vistazo a la Historia, disciplina esta que parece haber sido borrada y barrida del sistema educativo español por los jefes del “progretariado”, vemos que, como consecuencia de la ordenación del territorio del Imperio Romano, surge la Diócesis Hispaniae en los tiempos del gran perseguidor cristiano Diocleciano. Esta Diócesis puede considerarse como el germen de una especie de institución o entidad política, que se construirá plenamente durante el reinado visigodo con toda la aportación intelectual de San Isidoro de Sevilla, que fue la figura egregia de la España visigótica.

Como es sabido, la presencia islámica en nuestra tierra comenzó por los años ochocientos, al pactar los partidarios de Witiza la entrada de musulmanes en tierras visigodas para que les ayudasen en sus propósitos de instaurar a Agila, hijo del citado Witiza, como monarca sucesor. Con esto comenzó una crisis en la monarquía visigoda, que terminó con la entrega de Ceuta a los árabes.
El reparar este desastre nacional, iba a durar siglos. El mencionado desastre fue de tal magnitud y envergadura, que aún hoy día padecemos las secuelas del mismo.

¿Existen en la España de hoy traidores al estilo de los partidarios de Witiza? Da la sensación de que España está poblada por moradores, y no por personas que tengan sentido de lo que es una nación. Si esto es así, asistiremos al achatarramiento, desaparición y desintegración de la primera nación-estado de Occidente.

No cabe duda de que la situación se está poniendo complicada por la excesiva politización e ideologismo con que se bombardea al "pueblo soberano". Cuando Eugenio D’Ors decía que “patricia actividad de servicio es la política”, proclamaba una verdad incuestionable. Pero hoy, ya sabemos que vivimos en un mundo al revés que no sabe dónde irá a parar, si Dios no lo remedia antes.



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