En toda democracia verdadera, las minorías, sean del tipo que sean (religiosas, sexuales, políticas, etc, etc), son respetadas y autorizadas. Dichas minorías tienen la protección y defensa del Estado.
Sin embargo, en los regímenes totalitarios y teocráticos, no sólo son perseguidas, sino que son reprimidas brutalmente, mostrando un odio y una hostilidad sobradamente conocido. Ahí están los regímenes marxistas-leninistas que corroboran esto que decimos, aunque muchos de sus seguidores actuales lo nieguen.
No cabe duda de que el derrumbe de la URSS, que era la dueña de todo el mundo comunista, trajo cierta relajación en tal asunto. Hay fotos de comunistas en manifestaciones del día del orgullo gay, como ya saben ¡Si el Che levantara la cabeza y viera a los suyos en manifestaciones con “los putos”, como él llamaba a los homosexuales, caería de espaldas!
Estos “putos” de ahora no saben cómo se las gastaba el sistema comunista cubano con ellos. Como hay que “recuperar la memoria histórica”, vamos a ello.
Una vez Fidel Castro Ruz (no Ruíz como escriben muchos) se hizo con el poder, inmediatamente creó un grupo de vigilancia llamado Comité de Defensa de la Revolución (CDR). Cada barrio, o “cuadra”, tenía su correspondiente CDR. Ni qué decir tiene que estos comités eran un auténtico instrumento del estado para reprimir a los disidentes y a los “desviados”.
Y así se llegó en 1962 a lo que se llamó “la noche de las tres P”, en que la policía del régimen, y los CDR, reprimieron a los “colectivos” de prostitutas, proxenetas y “putos”, también llamados en Cuba “pájaros”.
No solamente fueron reprimidos estos “colectivos”. Grupos de personas que nada querían saber con este régimen tirano, también fueron represaliadas y detenidas. Incluso se detuvo a personas que llevaban el pelo largo, ya que esto era propio de la burguesía.
Ni qué decir tiene que uno de los “colectivos” más perseguidos fue el religioso, como no podía ser de otra manera. El más acosado fue el de los Testigos de Jehová, por negarse a hacer la mili.
Un año después de “la noche de las tres P”, es decir, en 1963, el sátrapa Fidel Castro arremete contra lo único que le quedaba: contra las Universidades. Decía que en éstas había “vagos, hijos de burgueses que han llevado su libertinaje a extremos de querer ir a algunos sitios de concurrencia pública a organizar sus shows feminoides por la libre”. Como no podía ser de otra manera, se crearon lo que se llamó “asambleas de depuración”, con el objeto de controlar estos “desvíos” universitarios.
Y para remachar el clavo, el tema militar, al que tanto odian en Occidente. Dentro de sus fronteras, ni mu.
Como ya saben, en Cuba el servicio militar es obligatorio. Allí no se libraba nadie, como en otros sitios, por defectos y taras físicas. Para estas personas discapacitadas el régimen creó la UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), que no era otra cosa más que campos de trabajo, casi todos ellos situados en la región de Camagüey. Después del “trabajo” recibían clases de “concienciación” por parte del régimen.
Como no podía ser de otra manera, también el régimen reprimía, y reprime, a los “desviados” del mundo artístico, internándoles en las mentadas UMAP. Muchos de ellos terminaron en hospitales psiquiátricos, además de ser torturados y suicidarse algunos.
En fin, este es sólo un bosquejo del “modelo referencial”, como diría el fanático y defenestrado Gaspar Llamazares.
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