En estos tiempos de gran ignorancia y de imaginación
cero, hacer cualquier comentario, por constructivo que sea, sobre la actuación
del gobierno en el asunto de la pandemia, es rechazado automáticamente con los calificativos
de siempre. Tal parece que estamos en un estado totalitario de corte comunista
o nazy. La manipulación es brutal. Ordeno y mando, oiga.
Las bases fundamentales de toda nación normalmente
constituida, tales como Sanidad, Trabajo, Justicia, Educación, etc, están bajo
una situación de desplome que no se sabe cómo y cuándo se recuperarán, por
muchos que diga la nomenclatura del régimen.
Por otra parte, principios éticos y morales, tales
como libertad, igualdad, respeto a las personas mayores, etc, etc,
prácticamente no existen. Están siendo derribados por la mentada nomenclatura.
Y que no se extrañen por lo de “libertad”, vocablo que a todas horas sacan de
la manga cuando les interesa ¡Que hable de libertad Pablo Iglesias y su
“complexo”, tiene gracia! También tiene gracia que hable de este concepto el
que tiene cogido por el narigón.
¿Cuántas denuncias y detenciones llevamos desde que
comenzó el coronavirus? Según las últimas noticias casi ochocientas mil, y tres
mil detenciones por no querer estar encerrados en casa respetando el
confinamiento, que no sabemos cuánto durará, ya que esta reclusión está
fatalmente explicada y peor tratada ¿No huele esto a estado policial?
A ver si de una puñetera vez se unen los partidos,
dejándose algunos de ellos de sus ideologías decimonónicas y trasnochadas, dejando
también aparte sus estratagemas, sus intereses, su verborrea, su populismo, su
demagogia, su logomaquia ¿No están hablando siempre del bien común? Pues ahora
tienen la ocasión de ponerse a ello.
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