Así se intitula un resumen de
parte del pensamiento del marxista Antonio Gramsci. Este libro de Ediciones
Grijalbo, S.A., 159 páginas, ha sido editado en Barcelona en octubre de 1.974.
Sobre este marxista fanático, ya hemos escrito en este blog. Ahora comentaremos
cuatro cosas que denotan los grandes errores en los que ha incurrido este pobre
hombre. Su historicismo absoluto le lleva a decir, por ejemplo, que cualquier
fenómeno tiene que relacionarse con las condiciones históricas en las que se
originó dicho fenómeno, queriendo decir con esto que toda comparación entre
fenómenos históricos sucedidos en distintas épocas, solamente se les debe
atribuir un carácter simbólico. Y dice que este es el caso del cristianismo y
del comunismo.
Esta afirmación gratuita que
hace este hombre, no es original, ya que Engels en su obra “La lucha de clases en Francia”, que puede considerarse como una
introducción a la obra de Carlos Marx, ya habla de este asunto.
La aparición del cristianismo
y del comunismo, desde luego no tienen nada que ver por una razón muy simple:
uno es de origen divino y el otro es de origen humano y materialista. Dice
textualmente que “toda revolución que
como la cristiana y la comunista se realiza – y sólo puede realizarse –
mediante la más profunda agitación de las amplias masas populares, ha de
quebrar y destruir el sistema existente de organización social ¿Quién puede
imaginar y prever las consecuencias inmediatas que provocará la aparición en el
campo de la destrucción y de la creación histórica de determinadas multitudes
que hoy no tienen libre albedrío y poder? Precisamente por no tener ni
libre albedrío ni poder, entre otras muchísimas cosas, las multitudes de la Unión Soviética acabaron con el
comunismo.
También dice que “los luchadores de la clase obrera son más
grandes que los combatientes de Dios”, afirmando también que el obrero
tiene un trabajo “monótono como el
desgrane de las cuentas de un rosario”.
En fin, este hombre, que en
cierto aspecto contradecía a Lenin porque quería implantar el comunismo por
medio de la “rivolta culturale”, en vez de por el terror y la violencia, no
comenta las contradicciones de la propia revolución comunista, que son muchas
como ya es sabido.
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