En recuerdo de Fueteovejuna
Hubo unos tiempos, cuya fecha no
voy a concretar porque voy a citarlos como posible ejemplo y eso está
prohibido, en que uno de los títulos que se adjudicaban a nuestra España, era: UNA
¡Qué tiempos! diría yo ahora simplemente, para no correr el peligro de poner a
la palabra un adjetivo. Después, vinieron otros tiempos en los que la principal
idea era lograr una España DEMOCRÁTICA al tiempo
que el concepto UNA, pasaba a ser una
antigualla hasta cierto punto despreciable.
Pues bien, los tiempos corrieron y
España logró ser DEMOCRÁTICA, lo que sigue
siendo hoy. El poder emana del pueblo, que pasa a elegir libremente a sus dirigentes
y, en esas estamos, hablando con palabras llanas y creo que inteligibles. Se
crearon diecisiete autonomías con sus diecisiete gobiernos y demás parafernalia
y eso se consideró que no era de ninguna manera romper España. Y es cierto,
pues según la legislación vigente, España seguiría siendo una sola nación
indivisible e individida, aunque algunos no quisieron nunca aceptarlo e
ilegalmente convocaron y celebraron una especie de ilegal referéndum acompañado
de una especie de ilegal independencia. Y vamos a considerar lo antedicho como una realidad virtual o como
se declaró posteriormente en medios jurídicos, una ensoñación.
Los responsables de los actos
escuetamente citados anteriormente, fueron detenidos, encarcelados y juzgados
como procedía y condenados por un delito cuya magnitud no convenció en demasía
a, como ahora se dice, un amplio marco de la opinión.
Se insistió y se insiste en la
unidad de España, eso sí, pero queda flotando en el ambiente un amargo clima de
fragilidad, ya que alentada por políticos oportunistas, esa idea del
federalismo o independentismo, se pone de relieve con más insistencia de la
deseada y, tanto nuestra unidad como la forma de gobierno personificada en la
monarquía, pasan a ser elementos a batir y abatir, y lo que es más grave, y ya
sin duda, por personas que hoy están ocupando cargos dirigentes en el gobierno
de la nación.
Pero, y aquí
quería llegar, un desgraciado y gravísimo problema, venido de Oriente pero no
precisamente portando regalos como los Reyes Magos, se hace protagonista
universal en pocos días: se trata de un virus enormemente prolífico, poco
conocido y de una agresividad y malignidad sin precedentes. El mundo tiembla y
aquí en España, siempre diferente, en vez de afrontarlo y atacarlo desde que es
conocido, los responsables de ello se ponen de lado y, en principio, dejan
pasar la amenaza y, como para despreciarla y ningunearla, no solo permiten sino
que animan a celebrar grandes concentraciones en toda España con motivo del
trascendental "Día de la mujer", día de grandes reivindicaciones para
conseguir acabar de una vez con el género femenino y cuyo aplazamiento de
ninguna manera procedería, pues la alarma ya generalizada internacionalmente,
no iba con nosotros y, además por si acaso, ya estaba todo bajo control. Corto
aquí porque aunque toda crítica está justificada en estos momentos, tampoco es
conveniente cargar las tintas como se hubiera hecho, eso sí, si en esta ocasión
los responsables de enfrentarse con el problema hubieran sido de otro bando.
Pero partiendo de
España UNA, que es como empezaba el escrito,
voy a insistir: hay personajes y grupos políticos que están propiciando las
diferencias entre los españoles, intentando ignorar y hasta eliminar si es
posible a los adversarios en su afán de dominio...Y tuvo que aparecer esta
terrible plaga que, empezando por la salud, está azotando nuestra vidas en
todos los aspectos, para que en los españoles vayan apareciendo de nuevo las
virtudes que siempre tuvieron y que, distraídos y desconcertados con tanta
pelea entre sus dirigentes y tanto dominio de la progresía, se mantenían
larvadas y ocultas y así, especialmente la solidaridad, un concepto tan
prostituído y utilizado tan torticeramente, aparece y se practica en plenitud,
y los españoles, de alguna manera se unen ante la adversidad y vemos día a día
verdaderos sacrificios por el prójimo o lo que es lo mismo, por el bien común.
Todo el cuerpo sanitario español está dando un ejemplo de entrega a su
profesión. Lo mismo las fuerzas de seguridad, el ejército y la ciudadanía en
general, todo nos hace pensar nuevamente en la España, UNA
que nunca debe dejar de ser. Y de ello y por ello nace esa feliz idea del
aplauso y los cánticos desde los balcones que se pide al pueblo y se
materializa diariamente a una hora determinada, dedicada en principio con todo
entusiasmo a nuestros profesionales de la sanidad, siendo una lástima que
nuestro himno nacional esté huérfano de una adecuada letra para cantarlo a
pleno pulmón como vimos y escuchamos estos días a nuestros cercanos vecinos
italianos.
Termino
felicitando a diestro y siniestro, a todos, por las muestras de solidaridad
frescas, generosas, sanas y abundantes
que me llevan o nos llevan a pensar que España sigue siendo UNA, pese a quien pese y, será, como decía una canción
patriótica de aquellos tiempos que rememoro (ojo, solo rememoro): "en las desdichas, GRANDE."
Francisco
Alonso-Graña del Valle
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