Y continuamos “recuperando la memoria histórica” de aquella nefasta
revolución de 1934.
El periódico “El Socialista”, de fecha 25 de setiembre de 1934 decía:
«Renuncie todo el mundo a la revolución
pacífica, que es una utopía; bendita la guerra». Alos pocos días,
continuaba:
«El mes próximo puede ser nuestro octubre. Nos
aguardan días de prueba, jornadas duras. La responsabilidad del proletariado
español y sus cabezas directoras es enorme. Tenemos nuestro ejército a la
espera de ser movilizado».
Largo Caballero, en la Junta General de la asociación socialista de Madrid,
celebrada el 31 de enero de 1934, entre otras cosas decía que había que armar
la clase obrera “esperando el momento
psicológico que nosotros creamos oportuno para lanzarnos a la lucha, cuando nos
convenga a nosotros y no al enemigo”.
Como puede verse, de democracia nada de nada. Su odio y repudio a la
convivencia pacífica, así como al diálogo con los partidos políticos, eran poco
menos que demenciales.
Indalecio Prieto, correligionario de Largo Caballero, nos explica las
diferencias que tenía con él sobre le revolución de 1934:
“Las relaciones entre
Caballero y yo se habían enfriado a consecuencia de discrepancias fundamentales
respecto al alcance, finalidad y proporciones que se había de dar al alzamiento
huelguístico de 1934. Estas discrepancias surgieron antes de que la huelga
estallara”. (
I )
El comunista ovetense Manuel Grossi Mier (“Manolé), que se fue a vivir a
Mieres con su familia cuando contaba tan sólo 3 años, escribió entre otras cosas, “La insurrección
en Asturias”, Ediciones La Batalla, Valencia 1935. En la página 218 se lee:
“Camaradas, soldados
rojos, dijo Belarmino Tomas, a los
mineros reunidos en la plaza mayor de Sama, delante de vosotros, seguros de
haber cumplido el mandato que nos habéis confiado, venimos a hablaros de la triste
situación en que ha caído nuestro glorioso movimiento insurreccional. Nuestra
derrota es sólo momentánea. En las otras provincias de España los trabajadores
no han cumplido con su deber. Nos rendimos porque carecemos de municiones. Esto
no significa que abandonemos la lucha de clases. La rendición de hoy es un
simple alto en la lucha, así pagamos nuestros errores y nos preparamos para las
próximas batallas que deben terminarse con la victoria final”
En las “próximas batallas” no
participó porque, como ya sabrán, Belarmino terminó huyendo a México, en donde murió.
(
I ) .- “Historia política de la zona roja”, autor Diego Sevilla Andrés,
Ediciones Rialp, S. A., páginas 148 y 149.
Continuará.
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