lunes, 7 de octubre de 2019

Octogésimo quinto aniversario de la revolución de octubre de 1934 ( V ).



Y seguimos con la revolución de 1934. Hay que “recuperar la memoria histórica”.

El que fuera alcalde de Madrid y Ministro de la Gobernación del gobierno de Lerroux, Rafael Salazar Alonso, uno de los muchos asesinados en la Cárcel Modelo de Madrid, nos dice en la página 238 de su obra “Bajo el signo de la revolución”, Librería Roberto de San Martín, Madrid 1935, lo siguiente sobre una circular de las Juventudes Socialistas de aquellos tiempos:

“Nuestra única salvación son las Milicias. Organizados lo somos todo; desorganizados, nada. Es necesario que cada cual de nosotros tenga plena conciencia de los momentos gravísimos que se avecinan y de la fuerza común. Hay que crear inmediatamente milicias. En muchos pueblos ya funcionan con admirable acierto y disciplina. De todos esperamos lo mismo. Hay que tener en cuenta que la acción combativa en régimen de excepción ha de ser de ordinario el atentado personal. Por ello, esta organización, más que otra cosa, ha de tener una base terrorista”

Sin comentarios.

Por otra parte, el que fuera presidente de la Junta de Extremadura durante 24 años, el socialista Juan Carlos Rodríguez Ibarra, en unas declaraciones aparecidas en el diario “El País” de fecha 12 de mayo de 2.000, refiriéndose a la revolución de Asturias decía que no pensaba “pedir perdón por nadaTampoco por la revolución de Asturias”, aunque después decía que “ahora no participaría en algo así", pero que sí participaría "si hubiera estado". Mejor sería que hubiese dicho si hubiera nacido, pues este señor vino al mundo en 1948.

Por lo que se ve, el señor Ibarra no piensa lo mismo que Don Indalecio Prieto, uno de los jefazos de su partido en aquellos desastrosos años republicanos. Dice Don “Inda” en las páginas 112 y siguientes de “Discursos en América. Confesiones y rectificaciones”, Editorial Planeta 1991, lo siguiente:

 “Me refiero al movimiento revolucionario de 1934. Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi participación en aquel movimiento revolucionario. Lo declaro como culpa, como pecado, no como gloria. Estoy exento de responsabilidad en la génesis de aquel movimiento, pero la tengo plena en su preparación y desarrollo. Por mandato de la minoría parlamentaria socialista hube yo de anunciarlo sin rebozo desde mi escaño del Parlamento… hube de trazar en el teatro Pardiñas, el 3 de febrero de 1934… lo que creí que debía ser el programa de movimiento … acepté misiones que rehuyeron otros porque tras ellas asomaba, no solo el riesgo de perder la libertad, sino el más doloroso de perder la honra… Aquel movimiento… Fue inútil en cuanto a resultados prácticos y glorioso por el espíritu de sacrificio de nuestras masas… se habían dejado adrede manos libres a las Juventudes Socialistas a fin de que, con absoluta irresponsabilidad, cometieran toda clase de desmanes, que, al impulso de frenético entusiasmo, resultara dañoso para la finalidad perseguida. Nadie ponía coto a la acción desaforada de las Juventudes Socialistas, quienes sin contar con nadie, promovían huelgas generales en Madrid… no se puede someter a una ciudad a ensayos de tal naturaleza. Además, ciertos hechos que la prudencia me obliga a silenciar, cometidos por miembros de la Juventud Socialista, no tuvieron reproches, ni se les puso freno ni originaron llamadas de responsabilidad… De aquel glorioso movimiento fracasado, en el que nos acompañó, aun siendo repelido, el auxilio moral de… elementos republicanos… cuando el movimiento fracasó…me juré en secreto no ayudar jamás a nada que, según mi criterio, constituya una vesania o una insensatez”. 

En fin, sin comentarios también.

Continuará.




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