En los temas y asuntos históricos no hay que usar el
ingenio, la inventiva, la agudeza, etc, sino aceptar y adaptarse a lo que dicen
y narran los coetáneos, amén de cuidar las fuentes.
Dicho esto, el año 1936 comenzó con un ambiente
político preñado de amenazas. A tal efecto, el presidente de la República, en
contra de las normas de entonces, impuso un gobierno de partidarios, adictos y
sectarios suyos. Obviamente, las Cortes no estaban dispuestas a esto.
En lugar de estar en el poder la mayoría, formada por grupos
de derechas, ordenó la disolución de las Cortes, dando la fecha de 16 de
febrero para celebrar nuevas elecciones. Ni qué decir tiene que se formaron dos
bloques: el Frente Nacional, con partidos de derecha, y el Frente Popular, que
contaba con los republicanos de izquierdas, con los comunistas y con los
anarco-sindicalistas. Como ya sabrán, la coexistencia de dichos bloques era
prácticamente imposible.
Por otra parte, y como ya sabrán también, la funesta y
fatal división de España en dos bandos obstinados y rebeldes, ya se había iniciado
el 14 de abril de 1931, cuando quedó instaurada la Segunda República. El odio a
la Patria, a la religión y al tema económico-social, quedaron en el frontispicio
de muchos, muchas y “muches”. El panel ideológico así lo exigía.
¡Menudo
“vínculo luminoso”!
Continuará.
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