Como ya saben, vivimos tiempos de odio y de mentira.
Ahí está, por poner un ejemplo, la de Su Sanchidad cuando dice que nuestra
economía va “viento en popa a toda vela”, o que “vamos como un
cohete”. La explosión social está a la vuelta de la esquina.
La deuda pública no se sabe a donde irá a parar. La
solución que se aplica es siempre la misma: subida y subida de impuestos por
doquier, lo que hace que el “pueblo soberano” empiece a estar hasta los dídimos
de este desgobierno, estando a la orilla de la explosión social.
La Encuesta de Población Activa (EPA), que proporciona
datos sobre parados, activos, ocupados, inactivos, mercado de trabajo, etc, puso
en escena una situación pavorosa: 3.200.000 autónomos, contra 3.500.000
empelados públicos, aunque éstos no son todos funcionarios, habiendo mucho
enchufado inmerso en todo tipo de administraciones. Como ya saben también,
mientras la parte del sector privado, acogotada por la incesante subida de
impuestos, la parte pública sigue en aumento.
La deuda pública está en un récord digno del Guinness:
mil seiscientos billones de euros, cuyos
intereses hay que pagar, siendo esta cifra de 32.000
millones de euros al año. La “ciudadanía” ve como el poder adquisitivo
va de bruces por mor de la inflación, aumento y subida de impuestos, etc.
La pregunta surge: ¿dónde va el dinero que tan
bestialmente se recuda? No se ven mejoras por ninguna parte, más bien todo lo
contrario: ahí están los desastres en educación y en sanidad, con unas listas
de espera desesperantes.
En fin, si a esta banda no se la echa del gobierno,
seguiremos siendo estrujados para mantener a estos sujetos en la poltrona
“monclovita”.
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