sábado, 15 de julio de 2017

La violencia en el marxismo ( I )



En la doctrina marxista hay dos tipos de violencia: la física y la cultural. De la primera, la Humanidad tiene sobradas pruebas: más de cien millones de víctimas entre asesinatos, crímenes, guerras, gulags, actos terroristas, reclusiones, expulsiones, encarcelamientos, torturas, holocaustos, genocidios, etc, etc.


De la segunda es de la que vamos a comentar algo porque, de forma sibilina y subliminal, lleva años introduciéndose en la sociedad sin que la gente se entere.

Como ya hemos visto varias veces, y como ya se sabe, el artífice de esta violencia cultural fue el italiano Antonio Gramsci. Esta violencia cultural bien es cierto que no mata directamente, pero sirve para legitimar al otro tipo de violencia. Para esta violencia se usan todo tipo de signos, slóganes y propaganda: banderas, himnos, discursos incendiarios del líder, además de su omnipresente retrato, desfiles militares, etc, etc.

Dicha violencia cultural transmite subliminalmente, que la violencia física está justificada, e incluso quienes la emplean tienen razón. En una palabra, se legitima su uso.

Uno de los trucos de esta violencia cultural es modificar, cambiar o tergiversar, según convenga, el aspecto o sentido moral de un acto. 

El marxismo habla constantemente de la violencia capitalista, pero no dice nada de la que se emplea en países comunistas  cuando la gente se manifiesta o se revuelve porque no se siente representada, o porque carece de libertad. La vulneración de los derechos y necesidades humanas en estos países son notorias, pero no públicas. El lavado de cerebro que sufren los ciudadanos en estos países comunistas es monumental, ya que al individuo, desde su niñez, ya se le inculcan una serie de “principios” para que no tengan posibilidad de elección.

Esta violencia cultural se transmite por medio de sermones, arengas de horas y horas, amonestaciones,  embotamientos, etc, que hace que la gente no sea capaz de ver la realidad e impide que se salga de la jaula. Todo aquel que no siga este manual cultural, será tachado como persona delictiva, enemiga del socialismo, fascista, partidaria de la conspiración judeo-vaticana  y demás monsergas que algunos aún se creen.

Otro aspecto de esta violencia cultural es estigmatizar, culpar, degradar e incluso aniquilar a las víctimas de esta violencia.

En la próxima y última entrega veremos algunas frases sobre este tema.

Continuará.







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