Un tanto por ciento muy elevado de las personas ricas de esta desguazada España, lo son por motivos que nada tienen que ver con la inteligencia y el trabajo. Son gente de “buena familia”, entendiendo por tales palabras, no la calidad o bondad de la citada “buena familia”, sino atendiendo y entendiendo el tamaño, volumen, abultamiento y grosor de su cartera.
Tal sería el caso de muchas personas que en su día se han subido al carromato socialista, no por ideales y coherencia, sino por puro interés personal y dinerario. Cuando exigieron al partido más subida de sueldo, no el correspondiente al IPC obviamente, sino añadir ceros a sus emolumentos, y viendo que el citado partido no aceptaban sus peticiones, le dieron una patada en el tabalario, o en los dídimos, como ustedes prefieran, y se encaramaron en los altos negocios crematísticos, incluidos presidencias de consejos de administración bancarios, con las correspondientes limusinas, berlinas, yates, edificios de lujo con innumerables “servicios”, etc.
Por si fuera poco, a veces salen a la palestra a dar lecciones de economía, predicando solidaridad y demás. Pero lo que no dicen estos “sapiens” es que la solidaridad de la que hablan es algo que deben afrontar “los otros” ¿De qué solidaridad hablan estos gañanes, que ganan en un año lo que una persona honesta, honrada y trabajadora gana en toda su vida?
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