martes, 27 de diciembre de 2011

La Ópera ( V I )


LA ÓPERA EN ESPAÑA
     
LA SELVA SIN AMOR (1629) de LOPE DE VEGA seguiría de cerca los experimentos de la "Camerata", pues se trata de una verdadera ópera cuya música no ha llegado hasta nosotros. Esta obra constituye un fenómeno aislado, como lo constituyeron dos óperas de CALDERÓN con música del eminente Juan Hidalgo, cantadas en 1661 ante los reyes: LA PÚRPURA DE LA ROSA, en un acto y CELOS AUN DEL AIRE MATAN, en tres actos, que es la más antigua de las óperas españolas cuya música se conoce hoy. También se cantó ante la corte real, a fines del siglo, una ópera extranjera, que no era italiana, sino francesa: la ARMIDA de LULLY, y otras del español SEBASTIÁN DURÓN.

    
 En Madrid, durante el reinado de los dos primeros Borbones, estrenaron óperas los italianos FACCO, CORADINI,CORSELLI, MELE Y CONFORTO. Desde mediados del siglo (estamos en el XVIII), la ópera italiana, con libretos traducidos por DON RAMÓN DE LA CRUZ, prospera en Madrid, donde también hay compañías de ópera italiana, como en Barcelona, Valencia, Cádiz y otras poblaciones. Estrenan óperas DURÁN y SOR en Barcelona, así como TERRADELLAS, MARTÍN Y SOLER en el extranjero. Y desde 1.787 tuvo Madrid una compañía permanente de ópera italiana. En los albores del siglo XIX se impide cantar en lengua extranjera y los cantantes españoles estrenan en Madrid óperas (especialmente francesas) con libretos vertidos o adaptados al español. En este siglo España cuenta con operistas nacionales: JOSÉ MELCHOR GOMIS (1791-1836), que estrena varias óperas en París; MANUEL GARCÍA (1775-1832), cantante y fecundo autor de óperas y operetas y RAMÓN CARNICER, HILARIÓN ESLAVA, FRANCISCO GÓMEZ, IGNACIO OVEJERO, JOAQUÍN ESPÍN y otros más, que cultivan la ópera italiana, sin que sus obras sobrevivan largo tiempo. Constituye verdadera excepción en este sentido EMILIO ARRIETA (1823-1894), que produjo la ópera ILDEGONDA, que se estrena en Milán y luego en Madrid, Lisboa y Génova; y, sobre todo, MARINA, hoy popular todavía. Tras ellos debe señalar a FELIPE PEDRELL (1841-1923), autor de LOS PIRINEOS, LA CELESTINA y EL CONDE ARNAU;  a TOMÁS BRETÓN (1850-1923), autor de LA DOLORES, LOS AMANTES DE TERUEL y GARIN; a RUPERTO CHAPÍ (1851-1909), autor de las óperas ROGER DE FLOR, LA SERENATA, MARGARITA LA TORNERA, LA HIJA DE JEFTE y CIRCE; y a EMILIO SERRANO (1850-1939), autor de DOÑA JUANA LA LOCA, GONZALO DE CÓRDOBA y LA MAJA DE RUMBO.
     
    
 Todos los grandes músicos españoles quisieron probar sus fuerzas en este campo. ISAAC ALBÉNIZ (1860-1909), con talento esencialmente pianístico, escribió algunas óperas, entre ellas PEPITA JIMÉNEZ.

   
  ENRIQUE GRANADOS (1867-1916) convierte su admirable "suite" para piano GOYESCAS en la ópera del mismo título, que se estrenó en Nueva York.


    
 MANUEL DE FALLA (1876-1946), nos legó en su RETABLO DE MAESE PEDRO una ópera de títeres y en la ATLÁNTIDA, terminada por Halffter, una ópera de gran ambición y nuevo estilo, afín a la cantata, estrenada con gran éxito y casi íntegra en la Scala de Milán (1962).

    
 A la misma generación pertenecen JAIME PAHISSA, autor de las óperas LA PRINCESA MARGARITA, MARIANELA y otras.

    
 CONRADO DEL CAMPO, autor de EL FINAL DE DON ÁLVARO y LOLA LA PICONERA.

   
  Entre los modernos sobresale JESÚS GURIDI, con óperas bellas de ambiente vasco, como AMAYA Y MIRENTXU. También cabe citar a EDUARDO TOLDRÁ, autor de la ópera de cámara EL GIRAVOLT DE MAIG, de ambiente catalán.


Escuchen y vean a Alfredo Kraus en "A beber, a beber y ahogar. . .", de  "Marina".

Continuará

Luis David Bernaldo de Quirós Arias

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