Si eres un perceptor monocular de la realidad porque deduces lo que te dicen que tienes que deducir;si te refugias o escondes en ideologías que impiden ver la realidad e intercambiar ideas; si tu meta no es la honradez intelectual; si crees en el pensamiento único y también crees en el dogma de las certezas; si te consideras poseedor de la “hybris intelectualista” y crees asimismo que tienes una visión privilegiada sobre el mundo, si todo esto eres y crees, no entres en este blog.
jueves, 8 de diciembre de 2011
La Ópera ( I I I )
REALISMO ALEMÁN Y ESCUELAS CONTEMPORÁNEAS
El fecundo compositor alemán HAËNDEL escribió 40 óperas, si bien sus producciones más significativas pertenecen a otros campos musicales. Antes de pasar a Londres permaneció tres años en Italia, donde el estilo de este país influyó mucho sobre sus creaciones. En 1711 se presentó su ópera RINALDI, que tuvo una acogida favorable en Inglaterra, pero en general sus óperas, no alcanzaron gran éxito, por lo que a la larga se dedicó exclusivamente a componer oratorios.
Tras su meteórico ascenso a la popularidad, en el primer siglo y medio de su existencia, la ópera es un producto afectado y artificioso. Alemania reaccionó contra la insinceridad imperante y creó el SINGSPIEL u ópera alemana, tipo de "comedia cantada" que guarda mucha más relación con el hombre común por tomar sus caracteres y escenas de la vida real y no de la mitología. El SINGSPIEL tuvo un corto período de popularidad y terminó desapareciendo.
Vino, sin embargo, la reacción definitiva con las obras de CHRISTOPH WILLIBALD GLUCK (1714-87), cuyas primeras óperas por estar escritas en Italia, reflejaban la tradición italiana. A su regreso a Viena en 1748 se puso inmediatamente a trabajar en su primera ópera vienesa escrita como las anteriores en el estilo de los maestros italianos, que la emperatriz María Teresa y el público en general acogieron favorablemente. Hasta los 50 años GLUCK siguió componiendo óperas italianizantes, pero en 1762 creó un nuevo ORFEO Y EURIDICE, que evidenciaba una ruptura con la tradición. En el prefacio de otra ópera suya, ALCESTE (1776), afirmaba que la verdad dramática constituía el único factor importante y que todo lo demás debía serle sacrificado. Según él, la música debe ser esclava de la poesía, encantadoramente sencilla y despojada de adornos inútiles. Un crítico vio en esta ópera "una obra seria, sin hombres sopranos ni estridentes gritos", pero la opinión pública no se dejó impresionar tan favorablemente. Su ópera siguiente, PARIDE ED ELENA, constituyó un fracaso aún mayor. En 1773 GLUCK abandonó Viena y se fue a Paris, donde pronto quedó envuelto en una controversia musical encarnizadísima. En 1774 se representó su primera ópera francesa, IPHIGÉNIE EN AULIDE, que suscitó tantísima oposición que, sin la favorable intervención de María Teresa, no se hubiera podido poner en escena. Sin embargo, IPHIGÉNIE triunfó plenamente. En la época en que se representaba en París su ORFEO (1774), GLUCK contaba ya con partidarios de relieve, entre ellos el polifacético VOLTAIRE. La batalla reñida entre los admiradores de GLUCK y los de PUCCINI adquirió una intensidad increíble y el nombre de aquél figura hoy a la misma altura que los de MONTEVERDI Y WAGNER, los más grandes reformadores en el campo de la ópera.
WOLFGANG AMADEUS MOZART (1756-1791)
Sin ser un reformador, poseía mayor talento musical que GLUCK. Siguiendo en sus obras la tradición italiana, supo infundirles el especial encanto que le era peculiar. Su música alegre, su habilidad para expresar las emociones deseadas y su acertada delineación de caracteres (en particular los femeninos) asentaban la base de la popularidad que se granjearon sus óperas, entre las cuales destacan LAS BODAS DE FÍGARO (1786), DON JUAN (1787) y LA FLAUTA MÁGICA (1791).
WEBER, MEYERBEER, ROSSINI, DONIZETTI
Al romántico WEBER (1786-1826) dieron perdurable fama su OBERON, cuya obertura es una de las piezas más familiares, DER FREISCHÜTZ (El cazador furtivo), una de las más populares del repertorio alemán, y EURYANTHE. Las grandes óperas francesas de MEYERBEER Y ROSSINI fueron contemporáneas de las óperas románticas alemanas. En la gran ópera cultivada por estos dos compositores desaparecieron los temas clásicos y todos los esfuerzos se encaminaron al logro de efectos brillantes. Una de las primeras óperas de este nuevo estilo fue GUILLERMO TELL, de ROSSINI (1829), el autor del universalmente popular BARBERO DE SEVILLA. MEYERBEER era menos personal y más artificioso en su estilo. Su ROBERT LE DIABLE (1831) se estrenó en Francia y alcanzó un éxito inmenso. Otras obras suyas son LOS HUGONOTES (1836) y EL PROFETA.
DONIZETTI (1797-1848) alcanzó la fama con LA HIJA DEL REGIMIENTO y LUCIA DI LAMMERMOOR, aunque escribió otras 60 óperas.
Escuchen y vean, en este vídeo de YouTube, a Gino Quillico en "Largo al factotum", de "El barberode Sevilla".
Luis David Bernaldo de Quirós Arias
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