Como ya saben, la Historia de
la Humanidad está llena de dogmas, mitos y fantasías, sobre todo en el terreno
político. Nuestras afirmaciones, nuestros saberes, etc, muchas veces están en
contra de la realidad. Incluso carecemos del suficiente conocimiento que nos
explique la razón de nuestra existencia, a pesar de que hay algunos, algunas y
“algunes”, que intentan expedir certificados intelectuales con una serie de
teorías que científicamente no están probadas. Las preguntas de ¿quiénes
somos?, ¿de dónde venimos? y ¿hacia dónde vamos? siguen sin respuesta
científica. La religión cristiana es la única que explica y responde a las
preguntas anteriores. Pero, claro, al hablarles de religión a estas personas de
la “hybris intelectualista”, que presumen de tener una visión privilegiada
sobre el mundo, se ponen catatónicas. En un intento de responder a estas
preguntas, muchas personas, “personos” y “persones”, con su orgullo y altivez, han
recurrido, y recurren, al mito y a la fantasía, creando dogmas basados muchas
veces en mentiras.
Repetir una mentira para convertirse en verdad es una táctica muy vieja empleada por los regímenes totalitarios marxistas y fascistas y que actualmente sigue en vigor. Con los poderosos “mass-media” de ahora, la manipulación de las palabras y el lenguaje ha llegado a tal extremo, que cosas vanas y fútiles nos las quieren vender como importantes. Sin embargo, cosas de verdadera enjundia, como por ejemplo la razón de por qué existimos, casi nadie intenta explicarlas. Las “mentes pensantes” del poder son las que deciden, ya que se creen que poseen el “conocimiento total” y tales cosas no deben tratarse.
Está claro que los temas trascendentes no interesan. O
mejor dicho: algunos, algunas y “algunes” no quieren que interesen. El famoso y
poderoso Principio de
¡Quién le iba a decir a su
“Sanchidad” que usaría un principio fascista!


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