martes, 25 de febrero de 2014

Cuba: 55 años de privilegios, represión y engaños ( V I I )



Pobreza 

En La Habana, y en general en las ciudades más importantes de la Cuba de Fidel Castro, se da un fenómeno no previsto por el marxismo: los comerciantes y vendedores de la miseria y de la pobreza. Personas andrajosas y llenas de harapos ofrecen desde cigarrillos, pasando por jabones, dulces, etc, hasta todo tipo de útiles y herramientas. Lo primero que uno se pregunta es de dónde sacan todas estas personas tales productos y mercancías ¿Sabe el gobierno de estos mercados ambulantes? ¿Cómo se establecen los precios?  Lo curioso del caso es que si se va a los establecimientos oficiales donde debieran existir tales productos, no los hay. Obviamente, a la gente le resulta mucho más fácil obtener algo en estos mercadillos, que en las tiendas autorizadas para ello.

Todo este fenómeno tiene su origen en los bajísimos salarios que el Estado paga a los trabajadores, unido al escaso valor adquisitivo del peso cubano, que no tiene nada que ver con el peso convertible. Si a esto añadimos que el mercado está “dolarizado” y que los trabajadores cobran en pesos cubanos, tendremos las justificaciones de tal fenómeno.

Los productos y mercancías son robados por los pobres cubanos en las empresas del Estado, a pesar de que los sistemas de vigilancia y los castigos son severísimos. El pueblo se ve obligado al hurto para compensar la deficiencia salarial.

Ejemplo. Un producto de uso diario, por ejemplo una pastilla de jabón, cuesta aproximadamente 8 pesos. El cubano recibe a través de la cartilla de racionamiento (Libreta de Abastecimientos), una al mes. Tiene que recurrir al vendedor ambulante, el cual ha sido abastecido por el trabajador que, a su vez, lo ha robado en la fábrica. De esta forma el vendedor fija un precio asequible para el demandante, 5 o 6 pesos, con lo cual el problema queda solucionado.

Al gobierno no le queda más remedio que hacerse el sueco para evitar una protesta social, permitiendo que el pueblo vaya tirando con este mercado negro.

Otro aspecto en el que se nota la pobreza es en el de la vivienda. Ampliar, comprar o construir una vivienda es prácticamente imposible, ya que el gobierno considera tal actividad como ilegal. En el año 2.000 el Estado requisó más de 1.400 viviendas e impuso multas por un valor total de millón y medio de dólares, cobrados en esta moneda.

El alquiler de viviendas está reservado a un pequeño sector privado, siempre en beneficio de turistas extranjeros que paguen en dólares. Tales alquileres están sometidos a unos fuertes tributos y estrechamente vigilados por el Comité de Defensa de la Revolución que, dicho sea de paso, vigila cada “cuadra”.

El propio gobierno cubano reconoce que de los once millones de habitantes que aproximadamente tiene la isla, casi 5.000.000 (un 45 %) viven en 1.400.000 inmuebles en muy mal estado.

El déficit de vivienda constituye un grave problema social que incide directamente sobre las familias, ya que en una sola casa pueden vivir hasta tres generaciones sin tener, además, un espacio propio.

En fin, la pobreza de Cuba no es el resultado de oscuras conspiraciones o del “saqueo imperialista”. La pobreza en Cuba es debido a que no hay propiedad privada, a que no hay estado de derecho, a que la sociedad civil no es la protagonista en el terreno económico, etc.

En la siguiente entrega comentaremos algo sobre la cultura impuesta por el tirano régimen.

Vean, y sobre todo escuchen, cómo se compra en Cuba.


Continuará


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