Y seguimos con la influencia soviética sobre la II
República española que, como ya hemos dicho varias veces, se sigue omitiendo
por los “historieteros” de ahora.
La Guerra Civil Española 1936-1939, como ya es
sabido, ha producido montañas de libros y escritos de variado valor y
significación, con un denominador común: casi nadie, salvo honrosísimas
excepciones, habla y escribe sobre los desmanes, crímenes y violencias
perpetrados por los rojo-republicanos, no por los republicanos.
Salvador de Madariaga, que fue ministro de
Instrucción Pública en el gobierno Radical de Alejandro Lerroux, fue un
personaje desilusionado de la II República al descubrir en Azaña “cerrazón
de guerra civil”, lo mismo que en el Partido Socialista. En su
obra “Anarquía o Jerarquía”, Editorial Aguilar, 1970, 274
páginas, en las 14 a 17 nos dice:
“Mientras los evangelios rudimentarios de la
guerra civil y la lucha de clases circulaban profusamente por talleres y
aldeas, la República no supo o no quiso difundir entre las masas urbanas
y campesinas el acontecimiento de España como ser histórico, la visión directa
de las grandes escenas de nuestro pasado nacional”.
Además, hay una
cosa muy curiosa: el paralelismo entre la revolución soviética y la que se
estaba preparando en aquellos años en España. Nos explicamos. Como recordarán
Alesandr Kerenski fue un líder revolucionario ruso que
desempeñó el papel más importante en el derrocamiento del zar ruso. Fue el
último ministro del gobierno provisional que surgió tras la Revolución de
Febrero. Sin embargo, no pudo evitar la Revolución de Octubre en la
que los bolcheviques tomaron el poder.
Pues bien, las fuerzas revolucionarias de la
España republicana, encontraron a su Kerenski en la figura de Manuel Azaña que,
pese a lo que se dice, era un instrumento transitorio que no era producto de
sus capacidades y obras, sino de la estrategia de la Rusia soviética.
Continuará.
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