Vamos a recordarle a Su Sanchidad su “memoria
democrática”.
En diciembre de 2.020, cuando este sujeto llevaba dos
años en la presidencia de gobierno, tuvo lugar en Madrid una manifestación
comunista, recordando con nostalgia a los asesinos y criminales Lenin y Stalin,
que aparecieron en muchas banderas y pancartas.
En dicha manifestación participaron el Partido
Comunista de España Marxista-Leninista, Frente Obrero, Partido Comunista Obrero
Español (PCOE), Partido Comunista de los Pueblos de los pueblos de España
(PCPE) y alguno más.
La verdad es que no se entienden este tipo de
manifestaciones, ya que el régimen comunista fue terror y horror, como nos lo
cuenta el desencantado comunista Jesús Hernández en su libro “En el país de
la gran mentira”, Editorial G. del Toro, 1974, 231 páginas, incluido
Índice. Este libro lo tenemos comentado en este blog con fecha 20 de junio de
este año.
Sobre Jesús Hernández diremos que al proclamarse la II República en 1.931, asume la dirección del
diario comunista Mundo Obrero, siendo designado miembro del
Buró político del PC.
En las elecciones de
febrero de 1.936 es elegido diputado por Córdoba, y posteriormente, con la
guerra ya comenzada, forma parte del gobierno de Largo Caballero, desempeñando
el cargo de ministro de Instrucción Pública hasta mayo de 1.937. Al
terminar la guerra, emigró a la URSS, en donde permaneció hasta 1.944. Como
pueden ver, Hernández no tenía nada de fascista. Lo que hizo fue tener la
valentía, como otros muchos desencantados comunistas, de denunciar todo el
terror y el horror del sistema
Nos cuenta Jesús el
episodio estremecedor de los niños que fueron a Rusia: sus enfermedades, sus
trabajos forzados, etc, etc. Llama la atención la negativa de La Pasionaria a
que muchos de esos niños, que sus familiares querían que regresasen a España,
pudiesen hacerlo. "No podemos permitir que salgan de aquí como
furibundos antisoviéticos", decía la individua. Algunos de estos
niños regresaron a en 1.956, una vez fallecido el criminal Stalin, con el que
La Pasionaria tenía mucho “feeling”.
Dentro del capítulo II,
página 65, se puede leer:
“En Moscú es imposible
saber nada de nada. En toda la URSS sucede igual. El ciudadano extranjero que
viva unos meses consecutivos en los dominios de Stalin termina por olvidarse
hasta de la rotación de la Tierra. Ni prensa extranjera, ni radio, ni informaciones
del mundo, ni rumores o cuchicheos, ni declaraciones de políticos, ni
indiscreciones de “allegados”. Nadie habla. Nadie sabe. Nadie dice. Nadie
curiosea ni se preocupa por enterarse, pues saber algo es
peligroso. Si algún indiscreto pregunta la cosa más inocua corre el riesgo de
verse detenido por sospechoso de espionaje. Se vive en el más definitivo de los
limbos. Las noticias de Izvestia o de Pravda dicen
sólo lo que quieren decir e informan de lo que quieren que se entere la opinión
pública. Como no existe posibilidad humana de conocer distintas opiniones de
las oficiales, resulta que la política soviética siempre es la más justa y
adecuada y que lo que dicen, hacen o dejan de hacer las potencias extranjeras
es abominable o es estúpido. El ciudadano soviético no conoce otra verdad que
la establecida por la sección de propaganda del Comité Central del Partido
Bolchevique. El juicio de las gentes es dirigido hacia unas conclusiones
preconcebidas. Puede creer o no creer, pero no tiene más base de orientación
que el instinto. Resulta casi imposible enterarse de lo que sucede en casa del
vecino, del acontecimiento ocurrido a diez pasos de nuestro lugar habitual. Un
pueblo puede ser trasladado íntegramente a Siberia y se necesitarán meses
enteros para que los propios parientes que habiten a diez leguas de distancia
se enteren del hecho”.
Del Capítulo I
destacaríamos los apartados “El estado especulador”, “Lujo
y miseria”, “Corrupción sexual en la URSS”, “Un pueblo
sin libertad y un régimen sin democracia”.
En fin, la ignorancia y fanatismo, o la mala fe,
llevan a situaciones como las de dicha manifestación, a cuyos asistentes les
recomendamos leer también “Las redes del terror. Las polícías secretas
comunistas y su legado”, autor José M. Faraldo, Editorial Galaxia
Gutemberg, primer edición setiembre 2018, 337 páginas, incluido Índice; “El terror bajo Lenin”, de
Jacques Baynac, Tusquets Editor, Barcelona 1977; “El verdadero Lenin”, autor Dimitri
Volkogónov, ex director de Propaganda del Ejército Rojo y luego director del
Instituto de Historia Militar de la extinta URSS, editado por Grupo Anaya S.A.,
1.996; “Unión Soviética, comunismo y revolución en España (1931-1939) Así
fue. La historia rescatada”, autor Stanley G.
Payne, Editorial Plaza Janés 2003; “Yo escogí la libertad”, autor Victor
Kravchenko, editorial NOS, 1.947, 495 páginas incluido el índice. Hay otra
versión muy posterior de esta obra, editada por Ciudadela, Madrid, 2.008 y con
320 páginas. La que tenemos comentada nosotros es la primera.
Estos
libros los tenemos comentados en este blog. No tienen más que poner el título
en la pestaña “Buscar en este blog” y pinchar en “Buscar”.
¡Ah!, también
recomendamos a estos manifestantes, y a Su Sanchidad, leer “Yo escogí la esclavitud”, autor
Valentín González “El Campesino”, otro desencantado comunista, Ediciones
Maracay (Venezuela) 1940, 368 páginas incluido “Índice”. Este libro lo
comentaremos próximamente.
También les recomendamos
la lectura de “Yo escogí la libertad”, autor Victor Kravchenko, que tuvo
dídimos para denunciar todo el terror y toda la barbarie del mundo comunista,
llegando a ser perseguido a muerte por Stalin y su camarilla. Este libro lo
tenemos comentado en este blog con fechas 15, 17, 19 y 21 de febrero de 2.017.


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