Y seguimos con el “vínculo luminoso” de Su
Sanchidad.
Dentro del plan expansivo del marxismo-lenininismo, es
decir, del comunismo, España estaba en el ojo del huracán. La labor “política”,
por llamarlo de alguna forma, de Moscú sobre nuestra Patria de aquel entonces,
está sobradamente demostrada, aunque algunos, algunas y “algunes” lo nieguen o
lo disimulen.
Realmente, el Alzamiento Nacional del 18 de julio de
1936, fue una forma de decir “hasta aquí hemos llegado” contra la disgregación,
la separación, la división, etc, que amenazaban a España, aunque esto está
ocurriendo actualmente en estos tiempos de Su Sanchidad.
Dicho alzamiento fue contrarrestado con la llegada de
las primeras Brigadas Internacionales. Sobre este asunto ya hemos comentado en
este blog algo, pero como hay que recuperar la “memoria democrática” de Su
Sanchidad, vamos a ello.
Nada más iniciarse el Alzamiento Nacional, vinieron a
España miles de voluntarios para luchar al lado de los comunistas. Su base
estaba en la localidad albaceteña de Los Llanos. Era lo que se llamó Brigadas
Internacionales, al mando del comunista italiano Togliatti, y del comunista
francés André Marty, contando también con la asistencia, apoyo y ayuda
de cientos y cientos de oficiales soviéticos. Participaron en varias batallas,
como las Belchite, Teruel, Ebro, etc, y en la defensa de Madrid. Cuando se
llevaban tres meses de guerra, fueron reconocidas oficialmente por el gobierno
republicano, a la vez que la URSS también reconocía su participación en la
guerra civil.
El criminal Stalin dio la orden de retirar tales
brigadas en setiembre de 1938, por mor del pacto nazy-soviético. Esto puso
catatónicos a los comunistas, aunque La Pasionaria dijo sobre la retirada que
había sido por “razones poderosas y por razones de Estado”. Así
era la pleitesía, acatamiento, sumisión, sometimiento, etc, de los jerarcas del
PCE al criminal Stalin.
Sobre este asunto, hemos comentado en este blog con
fecha 2 de enero de 2024, el libro “Las Brigadas Internacionales”, autor
Jacques Delpierre de Bayac, Ediciones Júcar, Madrid 1980, 392 páginas. Si les
parece bien pueden darle un vistazo.
Continuará.


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