sábado, 12 de julio de 2025

Sobre la verdad ( I )


 

Vamos a comentar algo sobre el tema de la verdad que, como ya saben, para muchos, muchas y “muches”, la verdad es la de ellos. La de los “otros” caca de la vaca flaca: es la mentira. Empecemos, por poner un ejemplo, por la morfina del “pueblo soberano”, es decir, el “furbo”.

Si un árbitro juzga una falta y la sanciona, es porque cree que está en posesión de la verdad, aunque los seguidores del equipo sancionado consideran que está equivocado, mientras que los seguidores contrarios opinan que tiene razón, aunque no es lo mismo estar en posesión de la verdad que tener razón. Don Quijote decía que tenía razón cuando vio que eran gigantes, mientras que Sancho estaba en posesión de la verdad al decir que eran molinos. La razón de Don Quijote era la de un demente.

Hay varias cosas que están en nuestro conocimiento: la vacilación, el titubeo, el dilema, la duda, el acuerdo, la “opinión”, y por otra parte, la seguridad, la certidumbre, la creencia, etc, aunque muchos, muchas y “muches” de todo esto no quieren saber nada. Lo que dice el panel ideológico es lo que priva.

Sobre el tema de la opinión hay algún que otro elemento que cuando se le descubre que miente, dice que es un “cambio de opinión”. Hay también muchos, muchas y “muches” que dicen que se debe respetar todas las opiniones, y que éstas valen todas lo mismo ¿Cómo se va a respetar la opinión de una persona que dice “amistía”, o de otra que dijo que había llovido mucho, ya que habían caído muchos “litros cuadrados”, o de otra que dijo que el asunto era “ilícito”, o de otra que dijo que el “homo erectus” había vivido en las “tabernas”? A lo mejor algunos, algunas y “algunes” opinan que un lavavajillas es un aparato para lavar mujeres pequeñas, oiga.

Pero, claro, para estos, estas y “estes” lo importante es que cuantas más personas opinen, mejor que mejor, ya que muchas de ellas tienen el cerebro lavado por los “mass-media” adeptos y adictos al régimen.

El gran filósofo Séneca decía que la opinión pública tenía poco valor, pero sí daba valor a la virtud y también a la razón y a la verdadera sabiduría. Criticaba lo que hacen ahora muchos politicastros de tres al cuarto: buscar en la multitud, es decir, en el “pueblo soberano”, la opinión que les favorezca.

En fin, Séneca defendía un enfoque censor, crítico, sensato y reflexivo para valorar y juzgar las diferentes opiniones, en vez de admitirlas como si todas tuvieran la misma importancia.

En la próxima entrega comentaremos algo sobre la libertad humana, sobre las personas escépticas y sobre la evidencia.

Continuará.



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