Vamos a comentar algo sobre el tema de la verdad que,
como ya saben, para muchos, muchas y “muches”, la verdad es la de ellos. La de
los “otros” caca de la vaca flaca: es la mentira. Empecemos, por poner un
ejemplo, por la morfina del “pueblo soberano”, es decir, el “furbo”.
Si un árbitro juzga una falta y la sanciona, es porque
cree que está en posesión de la verdad, aunque los seguidores del equipo
sancionado consideran que está equivocado, mientras que los seguidores
contrarios opinan que tiene razón, aunque no es lo mismo estar en posesión de
la verdad que tener razón. Don Quijote decía que tenía razón cuando vio que
eran gigantes, mientras que Sancho estaba en posesión de la verdad al decir que
eran molinos. La razón de Don Quijote era la de un demente.
Hay varias cosas que están en nuestro conocimiento: la
vacilación, el titubeo, el dilema, la duda, el acuerdo, la “opinión”, y por
otra parte, la seguridad, la certidumbre, la creencia, etc, aunque muchos,
muchas y “muches” de todo esto no quieren saber nada. Lo que dice el panel
ideológico es lo que priva.
Sobre el tema de la opinión hay algún que otro
elemento que cuando se le descubre que miente, dice que es un “cambio de
opinión”. Hay también muchos, muchas y “muches” que dicen que se debe
respetar todas las opiniones, y que éstas valen todas lo mismo ¿Cómo se va a
respetar la opinión de una persona que dice “amistía”, o de otra que dijo que
había llovido mucho, ya que habían caído muchos “litros cuadrados”, o de otra
que dijo que el asunto era “ilícito”, o de otra
que dijo que el “homo erectus” había vivido en las “tabernas”?
A lo mejor algunos, algunas y “algunes” opinan que un lavavajillas es un
aparato para lavar mujeres pequeñas, oiga.
Pero, claro, para estos, estas y “estes” lo importante
es que cuantas más personas opinen, mejor que mejor, ya que muchas de ellas
tienen el cerebro lavado por los “mass-media” adeptos y adictos al régimen.
El gran filósofo Séneca decía que la opinión pública
tenía poco valor, pero sí daba valor a la virtud y también a la razón y a la
verdadera sabiduría. Criticaba lo que hacen ahora muchos politicastros de tres
al cuarto: buscar en la multitud, es decir, en el “pueblo soberano”, la opinión
que les favorezca.
En fin, Séneca defendía un enfoque censor, crítico,
sensato y reflexivo para valorar y juzgar las diferentes opiniones, en vez de
admitirlas como si todas tuvieran la misma importancia.
En la próxima entrega comentaremos algo sobre la
libertad humana, sobre las personas escépticas y sobre la evidencia.
Continuará.
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