El año 1936 se inició con nada buenos celajes. Los
sucesos demostraron rápidamente que la bondad la República no tenían
fundamentos.
En contra de lo que esperaba la derecha, fue vencida
según los primeros resultados de las elecciones de aquel entonces. Dichos
resultados no fueron definitivos, pero esto no fue óbice, ni valladar ni
cortapisa para que “el pueblo soberano” saliese a la calle con el objeto de
reclamar el poder. El Gobierno, contrariamente a lo que tenía que hacer,
dimitió, originando que el presidente de la República entregara el poder al
Frente Popular que, con la sartén en la mano, falsificó el resultado electoral,
dando a la izquierda mayoría en las Cortes.
Con el Frente Popular en el poder, el desastre estaba
servido, ya que la anarquía, los abusos, las iniquidades, los ultrajes, las
opresiones, los desmanes, etc, no llevarían más que a la Guerra Civil, como así
fue. El ánimo de represalia y desquite, amén de querer imponer en un periquete
un sistema rojo, trajo como consecuencia una carrera revolucionaria auspiciada
y apadrinada por el gobierno.
Como siempre, la izquierda aplicaba el calificativo de
fascista a cualquier corporación, grupo, agrupación, colectividad, etc, que
fuse beligerante con ella, mientras que curiosamente nada decía sobre los
grupos comunistas, anarquistas, etc, que
hacían una política de impulso, de ímpeto, de pavor, de terror, de pánico, etc,
a cualquier hora del día.
Un dato curioso, nada comentado por los
“historieteros” del “vínculo luminoso”, era que se detenían a coches pidiendo y
ordenando a los ocupantes dinero para el Socorro Rojo, creado por la
Internacional Comunista en 1922.
¡Menudo “vínculo
luminoso”!
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