Vamos a dedicar unas entregas a escritos de Onésimo Redondo que, como José Antonio Primo de Rivera, es otro de los grandes desconocidos del período de la I I República española. Decir que Onésimo murió acribillado a balazos en Labajos (Segovia) en una emboscada que le tendieron milicianos anarquistas.
En el libro “Textos de doctrina política. Obras completas de Onésimo Redondo, Edición cronológica”, publicado en 1954 por la Dirección General de Información, Publicaciones Españolas, 489 páginas, se lee en la 29 y siguientes, dentro del capítulo intitulado “El imperio de la calumnia”, lo siguiente:
“Hay un engaño pueril y, sin embargo, muy generalizado. Consiste en aceptar que la opresión, o sea, el ataque a los derechos del individuo por una fuerza suprior, que le coloca en la triste situación de hombre irredento, es un vicio peculiar del Poder Público. Con arreglo a la carcomida mentalidad demócrataliberal que el judaísmo internacional suministra mediante su Prensa a las naciones decadentes, ese mito revolucionario es la oración matutina y vespertina del público contagiado por el engaño: ¡Libradnos, oh Revolución, de la tiranía de los que mandan! . . .
Nosotros, que queremos poner toda nuestra energía en la tarea de arrumbar los mitos hipócritas con que la superburguesía masónica atormenta los cerebros débiles, señalamos como uno de los más funestos ese de contraponer pueblo y Gobierno, autoridad y libertad, haciendo girar la vid política y los problemas de justicia perpetuamente en torno de tales conceptos y a medida que la nación se hunde.
No pretendemos esclarecer ahora cuánta es la distancia entre esa senil febrilidad que agita a las falsas democracias, contra la nuestra, y las ideas jóvenes vigentes en el mundo para regenerar las naciones y rehabilitar a algunas razas en el cumplimento de su histórico destino. De este pensamiento, que no es favorable, trataremos con amplitud en los números sucesivos de LIBERTAD.
Por hoy queremos solamente protestar de ese inicuo engaño, de esas gastadas monsergas liberales que soliviantan a las masas inocentes, desviando sus ímpetus de justicia del conocimiento de los verdaderos culpables. Hay opresión del individuo por un poder ilegítimo o irritante, sí; la violación de los derechos individuales es un hecho corriente e impune, por desgracia, y puede afirmarse que, a medida que avanzan los días, la libertad y seguridad de los ciudadanos está más ignominiosamente entregada a los poderes arbitrarios.
Si en España no hay, como efectivamente sucede, libertad jurídicamente garantizada, es porque la impiden a diario los que disponen del arma suprema para dominar hoy sobre el país y aún sobre los gobernantes: la calumnia, prodigiosamente difundida y maravillosamente rodeada de impunidad”.
Sobre todo esto debería reflexionar la casta política de esta “timocracia” que tenemos instalada en España desde hace varios años.
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