Antonio Gramsci fue uno
de los principales promotores de la revolución cultural marxista del siglo XX.
Su obra fue dada a conocer en España por el filósofo español Manuel Sacristán
(1925-1985), quien ya en 1967 escribió un artículo intitulado “La
interpretación de Marx por Gramsci”.
El pensamiento del
italiano se encuentra resumido, fundamentalmente, en tres obras: “Pequeña
antología política”,
que es una especie de reconstrucción de su pensamiento político, seleccionado
por Mario Spinella, y traducido al castellano por Juan Ramón Capella, Editorial
Fontanella S.A., 1.974, 172 páginas incluido el índice; “Antonio
Gramsci y la educación como hegemonía”, Editorial Nueva Imagen S.A., 1.977, 319 páginas, incluido
el índice onomástico y “La formación de los intelectuales”, Ediciones Grijalbo, S.A., 1.974, 159 páginas.
Gramsci, llevando la
contraria a Lenin en algunos aspectos, decía que en países industrializados no
se podía conquistar el poder de un modo directo por las armas. Lo primero que
había que hacer era trastocar culturalmente la sociedad civil, conquistando la
superestructura del poder. Es decir: para implantar el comunismo había que
controlar todos aquellos cuerpos e instituciones de los que se vale la sociedad
civil para informarse, relacionarse, adquirir cultura, orientarse, etc. Sería
el control de los medios de comunicación, de ONG, de todo tipo de asociaciones
de ciudadanos, del teatro, del libro, de los museos, etc. Además, este control
patrullaría escuelas, universidades y demás centros docentes. Para conseguir
todo esto, Gramsci recomendaba hacerlo por etapas.
La primera etapa
consistiría en una ofensiva cultural, “la agresión molecular a la sociedad civil”, una “rivolta culturale”, que diría el propio italiano. De esta forma la sociedad
civil estaría “asediada” por la ideología marxista casi sin darse cuenta. Los
consejos de Gramsci a todos los marxistas, no dejan lugar a dudas:
“Sed inflexibles en la dialéctica materialista de
Marx. Sed rígidos en la filosofía material y firmes en la interpretación
marxista de la historia. Aprovechad cada oportunidad que se os presente. Sed
inteligentes al hacerlo. Aliad todo eso a cualesquiera fuerza que presenten una
apertura para la inmanencia marxista”.
Una vez conseguido todo
esto, el marxismo se erige en ideología dominante, consiguiendo la “hegemonía” intelectual y moral.
La segunda etapa
consistiría en aniquilar la cosmovisión existente en la sociedad en cuestión.
Es decir: lo que hay que aniquilar es la religión, especialmente la cristiana.
La tercera etapa vendría
determinada por la implantación forzosa de la ideología marxista y la
configuración del nuevo poder, todo ello, claro está, dentro del marco de la
democracia, de la que se aprovecha. Como ejemplo de esto, podemos citar cómo
las democracias occidentales quedaron cuasi paralíticas por el asalto
revolucionario a la cultura después de la II Guerra Mundial: los crímenes, los gulags, la
sangre de la Rusia
soviética, etc, era todo mentira.
Como decíamos, una vez
implantada la ideología marxista, se configura un Estado en donde las personas
que no acepten la nueva situación, son encarceladas, condenadas al exilio o
eliminadas.
Como vemos, la
implantación del comunismo tiene que ser mediante “la hegemonía cultural” y el control de la vida intelectual, no mediante la
hegemonía de las armas.
Ya decía Lenin en 1905: “La literatura debe ser partidista. Debe ser una
parte de la causa del proletariado. Los diarios deben estar en manos del
partido. Los escritores deben entrar en las organizaciones partidistas. Se
trata de la literatura del partido, y del control que el partido debe ejercer
sobre ella”.
A pesar del pensamiento de Gramsci, ya sabemos
cómo se implantó el comunismo: mediante la dialéctica de la mentira y la
técnica del golpe de Estado. También sabemos cómo acabó. El mismísimo Santiago
Carrillo decía al juzgar el derrumbe del
comunismo:”La caída
rápida, estrepitosa y sin oposición de los regímenes de Europa oriental, se
debió a que el comunismo fue impuesto por las bayonetas del Ejército Rojo.
Cuando las bayonetas dejaron de sostener a esos regímenes, se cayeron”
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