jueves, 11 de abril de 2019

Decadencia y corrupción



Cuando se usan y emplean métodos de fuerza, de coacción, e incluso violencia, para obtener y conseguir unos fines que, mintiendo, nos dicen que son justos, inevitablemente se entra en decadencia.

Y la decadencia nos llevó a una crisis que ahí sigue: los precios siguen en aumento; el gobierno anuncia día tras día planes de emergencia a tutiplén, producto de su ineficacia, ineptitud e improvisación; se descubren casos de corrupción a todos los niveles, etc, etc.

Si nos fijamos un poco, esta crisis es el producto de una subversión de todos los valores éticos y morales que este gobierno, y los anteriores, han patrocinado desde hace tiempo, y que ha llevado también a la ineficacia e inexistencia de verdaderas instituciones, tanto en el ámbito privado como en el público, que protejan al ciudadano de todos los desmanes, desastres y abusos de esta pandilla de íncubos que nos gobiernan.

Por otra parte, ¿cómo tienen los miembros de este gobierno la cara dura de pedir y exigir al pueblo que comprenda la situación, mientras ellos se comportan de modo totalmente diferente al que exigen? No hay nada más que echar un vistazo a la impunidad con la que actúan, a las mentiras que nos cuentan, además de pasarse el sistema jurídico por el forro de los dídimos.

Por otra parte, ahí seguimos con las autonomías que, aparte de costarnos una fortuna, son utilizadas como instrumentos para beneficiarse unos pocos, o unos muchos amigos y correligionarios. No olvidemos que en estos momentos el Estado está por encima de la Ley y, por tanto, ésta no puede poner límites a aquél, lo que origina, como estamos viendo, corrupciones al más alto nivel.

Quizá la peor consecuencia que emana del comportamiento de este gobierno sea la de que nos están saqueando por lo cuatro costados, quitando el fruto del trabajo a los que verdadera y realmente lo crean y generan, para transferirlo a quien no quiere dar golpe, o al que no le corresponde.



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