Y terminamos con estos nuevos inquisidores, totalmente ideologizados por la doctrina marxista.
Las ideologías, en general, son subproductos mentales que frenan el conocimiento libre ya que, como decía el filósofo polaco Kolakoski: “una tercera característica es la de la existencia de una casta que posee la exclusiva de exponer el contenido exacto de la ideología". Además, las ideologías crean fanáticos, que son seres manipulados, pastoreados y carentes de pensamiento y razonamiento. Solo se mueven y actúan por férrea disciplina y por consignas. Pensamos que las ideologías pueden esconder una causa, o las causas una ideología. Detrás de la causa, o de la ideología, suele haber un “Padre”, un “Gran Timonel”, un “Conducator”, un “Líder Máximo”, “un Genio Radiante que ilumina el sendero de la Humanidad”, un “Comandante”, es decir, un dictador que encarna a la causa, que manipula y se eleva por encima de los manipulados. Lo único que preocupa a estos líderes es mantenerse en el poder contra viento y marea, como lo probaron, y lo prueban, los casos de Stalin, Mao, Ceauchescu, Gadafi, Saddan Hussein y el gran sátrapa Fidel Castro. Es decir, que si no se pone freno a los gobiernos regidos por una ideología, sus gobernantes acaban implantando una dictadura o se convierten en tiranos, cumpliéndose aquello de que quien fabrica ídolos obtiene yugos.
Por otra parte, estos nuevos inquisidores tienen una gran ventaja, cual es la de aprovecharse de los países democráticos en los que viven. En estos países hay libertad para escribir en blogs, páginas web, periódicos y demás. Sin embargo, si estuviésemos en un país totalitario de sus amores, en el que no habría discusión libre, ni confrontación a través de una pluralidad de medios de información y opinión, los citados tipos podrían expresar lo que le viniese en gana y los demás no. Estas líneas que estamos escribiendo, y otras que hemos escrito en este blog y en otros, no saldrían a la luz. Los nuevos inquisidores así lo ordenarían.
Por otra parte, estos sujetos no acaban de apearse de la burra. A pesar de los errores, terrores y horrores del marxismo denunciados por personas que un día creyeron en él, como los Húber Matos, Jorge Masetti, Ileana de la Guardia, S. Melgunov, D. Volkogónov, Zhigniew Bjzezinski, M. Voslensky, César Leante, Carlos Franqui, Norberto Fuentes, Yuri Kariakin, Vasili Mitrokhin, Kravchenko, Nina Berberova, Karel Bartosek, Pavel Sudoplatov (este cuenta las atrocidades, pero sin arrepentirse), Boris Souvarine, Pío Moa, Carlos Semprún Maura, Francisco Félix Montiel, Enrique María Matorras, Enrique Castro Delgado, André Frossard, François Furet, Jean François Revel, André Gide, Douglas Hyde, Bertrand Russell, Orlando Figes, Jesús Hernández, y un larguísimo etc, pues eso, a pesar de todo, siguen con su fanatismo y cerrilismo. Muchas de estas personas pidieron perdón por haber colaborado con el comunismo y, otros, se sienten avergonzados por haber sido “apparatchik”, es decir, asalariados del PCE y “soldado de Stalin en Madrid”, deseando “con particular satisfacción ver hundirse aún más a los comunistas” (Carlos Semprún Maura dixit).
Al mismo tiempo, estos inquisidores tienen una gran simpatía por la polémica. El que se dedica a polemizar, por lo general no tiene gran cosa que decir, y prefiere discutir a pensar. Además, las polémicas rara vez contribuyen a aclarar las cosas y, mucho menos, a llegar a un acuerdo. Los que polemizan se suelen encasillar, encasquillar y echar el telón ideológico. También suelen aferrarse a consignas en vez de a ideas, anclándose en sus dogmas y obsesiones, lo que les hace mantener la mente cerrada al otro punto de vista.
Y terminamos con una frase lapidaria de Lenin:
“No se es capaz de comprender enteramente el Capital de Marx, y, particularmente el primer capítulo, si no se ha estudiado y comprendido toda la Lógica de Hegel. En consecuencia, se puede afirmar que, desde hace medio siglo, ningún marxista ha comprendido a Marx”
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