Como ya sabrán, el el pedante y presuntuoso “podemiata” Pablo Iglesias, dijo en
su día que Lenin era un genio. Probablemente este sujeto no haya leído el libro
“El verdadero Lenin. El padre legítimo
del Gulag, según los archivos secretos soviéticos”, escrito por Dimitri
Volkogónov, general y ex director de Propaganda del Ejército Rojo, y
posteriormente director del Instituto de Historia Militar de la desaparecida
URSS, el cual se convenció de que el sistema comunista es inservible. Sus
padres fueron asesinados por el régimen: el padre durante las purgas de Stalin
en 1937, y la madre en su destierro en Siberia en 1949. Probablemente tampoco
haya leído “El terror bajo Lenin”,
autor Jacques Baynac, libros estos comentados en este blog con fechas 26 y 23 de
enero de 2017, respectivamente.
El mentado “genio” Lenin, asesinó a más de un millón
de personas por asuntos y motivos políticos. La “república democrática” que él
y sus compinches querían, ya se sabe cuál era: la “república” de partido único,
en la que ya se sabe de antemano quién va a ganar las “elecciones”, y en la que
no hay ningún tipo de libertad.
Trotsky, que fue uno de los personajes que más usó el
terror, como lo demuestra en su libro “Terrorismo
y comunismo”, cuenta cómo Lenin decía: “¿creéis
realmente que podemos salir victoriosos sin utilizar el terror más despiadado?”
En el mentado libro “El terror bajo Lenin”, escrita por Jacques Baynac en colaboración
con Alexandre Skirda y Charles Urjewicz, se pueden leer las siguientes palabras
del “genio” Lenin:
“Cuando
la gente nos censura por nuestra crueldad, nos preguntamos cómo pueden olvidar
los principios más elementales del marxismo”. (Pravda, 26 de
Octubre de 1918).
Recordamos al mentado “podemiata” que, muchos
personajes simpatizantes del sistema comunista, y muchos también que vivieron
bajo su égida, renegaron de la “gran mentira”, como fueron los casos de Huber Matos,
Jorge Masetti, Ileana de la Guardia, Zhigniew Bjzezinski, César Leante, Carlos
Franqui, Norberto Fuentes, Vasili Mitrokhin, Kravchenko, Nina Berberova, Karel
Bartosek, Boris Souvarine, Pío Moa, Carlos Semprún Maura, Francisco Félix
Montiel, Enrique María Matorras, Enrique Castro Delgado, André Frossard,
François Furet, Jean François Revel, André Gide, Douglas Hyde, Bertrand
Russell, Orlando Figes, etc, etc. Algunos pidieron perdón por haber colaborado
con el comunismo y, otros, se sintieron avergonzados por haber sido “apparatchik”,
es decir, asalariados del PCE y “soldado
de Stalin en Madrid”, deseando “con
particular satisfacción ver hundirse aún más a los comunistas”.
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