jueves, 12 de marzo de 2015

Historia de la Literatura Española ( X X X V I I I )


Como decíamos en la anterior entrega, en ésta veremos algo sobre la escuela salmantina y la sevillana.


Como recordarán, Fray Luis de León (1527-1591) es el fundador de la  Escuela Salmantina, que fue la que cultivó el buen gusto en la literatura de aquella época. Reunió sus poesías en tres libros: uno estaba  dedicado a sus composiciones originales; otro a traducciones profanas y el tercero a traducciones sagradas.

Del primer libro se pude destacar “La profecía del Tajo” y “Vida del campo”. Del segundo destacan sus “Olímpicas” y sus “Geórgicas”. Del último descuellan los “Salmos” y el “Libro de Job”.

Destaca también San Juan de la Cruz (1542-1591) por su objetividad en la poesía, además de sus escritos en prosa, sobresaliendo “Canciones”,  “Noche oscura”, “Cántico espiritual entre el alma y el esposo”.

La escuela sevillana continúa la labor clásica iniciada por Fray Luis de León, aunque en las composiciones de esta escuela se ve la influencia de poetas italianos, y también cierto tinte oriental aprendido en las Sagradas Escrituras.

Los poetas más importantes de esta escuela fueron Fernando de Herrera y Baltasar del Alcázar.

Del primero se pueden destacar sus “Odas a la victoria de Lepanto” y a “Don Juan de Austria”, entre otras. También cultivó el soneto con temas amorosos y patrióticos.  Algunos le llamaban “el divino” por inspirarse en las Sagradas Escrituras. Por otra parte suprimió del lenguaje ciertas expresiones corrientes y populares, sustituyéndolas por otras que tomaba del latín y del italiano.

Baltasar del Alcázar (1530-1606), que era conocido por Marcial de Andalucía, fue el gran poeta de esta escuela sevillana, aunque también destacan Francisco de Figueroa, Francisco Pacheco y algunos más.

Vemos un poco de  la “Profecía del Tajo” de Fray Luis de León:

“Folgaba el rey Rodrigo
Con la hermosa Cava en la ribera
Del Tajo, sin testigo;
El río sacó fuera
El pecho, y le habló de esta manera:
“En mal punto te goces,
Injusto forzador; que ya el sonido
Oyo ya, y las voces
Las armas y el bramido
De marte, de furor y ardor ceñido.
¡Ay! Esa tu alegría
¡Qué llantos acarrea! Y esa hermosa,
Que vio el sol en mal día,
A España, ¡ay! ¡cuán llorosa
Y al cetro de los godos cuán costosa!
Llamas, dolores, guerras,
Muertes, asolamientos, fieros males
Entre tus brazos cierras,
Trabajos inmortales
A ti y a tus vasallos naturales”

En la próxima entrega veremos algo sobre la producción dramática en este período.


Continuará.





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