No sé si recordarán que el socialista Santiago Garrido solicitó en su día los derechos humanos para los monos, una especie de proyecto Gran Simio. Lo primero que le viene a uno a la cabeza es: ¿se conceden esos mismos derechos a los niños sin nacer?
La idea del citado proyecto, decía:
“La idea es radical, pero sencilla: incluir a los antropoides no humanos en una comunidad de iguales, al otorgarles la protección moral y legal de la que, actualmente, sólo gozan los seres humanos”.
El asunto tiene bemoles. El título era: “El PSOE solicitará al Congreso de los Diputados que se reconozcan los derechos humanos de los simios”.
También decía “que lo que se pretende es la inclusión inmediata de estos animales en la categoría de personas”.
¿Cómo es posible tal aberración, cuando en casi medio mundo, tales derechos humanos no se les conceden a muchas personas?.
Esperemos que los póngidos no lleguen a la categoría de embajadores o cónsules, como hizo Calígula con su caballo “Incitatus”.
Por otra parte, cuando estemos conversando con una persona, en vez de decirle “sí, hombre, sí" o “claro, mujer, claro”, habrá que decir: “Sí, póngido, sí. Claro, “orangutana”, claro” .
¿No descendemos de los póngidos? Pues vean el siguiente “morphing”.
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