jueves, 29 de marzo de 2012

Recordando la Historia. El Pacto de San Sebastián ( y I I )


Otro de los republicanos que criticaron duramente la República salida de aquel Pacto, fue Salvador de Madariaga, que hablaba del antagonismo natural entre Azaña y Lerroux. Decía:

“ Pertenecían estos dos hombres a dos épocas I diferentes, a dos órdenes distintos del ser. Lerroux, el más viejo, con una diferencia de una generación entera, si no en edad física, al menos en cuanto al desarrollo político y ámbito mental, era producto típico del siglo xix. Hijo del pueblo autodidacto, había ido a la política en la juventud y con un tono francamente revolucionario y demagógico. Al triunfar al fin la causa que había encarnado toda su vida, sus días de caudillo popular; sin imperio sobre las multitudes de Barcelona, sus triunfos de orador anticlerical que incitaba a los obreros a hacer madres de las monjas, eran cosas del pasado. Pero su nombre seguía aureolado por aquellas glorias populares de antaño, y su partido radical había echado hondas raíces en las clases medias y populares de bastantes ciudades para que el Comité Revolucionario le reservase un puesto en su seno y en el del Gobierno Provisional más tarde. Lerroux vino a ser la esperanza de los conservadores que se dieron cuenta de que la República era inevitable. Pero para la gente nueva, el partido radical y su caudillo sonaban a hueco y se les sospechaba de adolecer de los peores aspectos que la política presenta en muchos países democráticos, sobre todo donde, como en España, existe una vivaz tradición picaresca.

Diferencias de gusto, quizá más todavía que de ética en materia de vida pública, distanciaban a don Alejandro Lerroux de don Manuel Azaña. Era Azaña un intelectual altivo y un tanto recluso, de gusto delicado en cosas éticas y estéticas, que había dedicado su vida entera a cumplir sus obligaciones de funcionario en el Ministerio de Gracia y Justicia, reservando sus ocios al cultivo de las letras. Azaña se había educado en el Colegio de El Escorial, con los frailes agustinos, y graduado en la Universidad de Madrid. Era hombre de gran distinción intelectual, elevación moral y orgullo; con cierto aspecto femenino en su carácter, al que se debía su excesiva sensibilidad que protegía con una rudeza y una rugosidad puramente superficiales, amén de rodearse de una atmósfera algo cerrada y no poco malsana, que solían hacer irrespirable sus no siempre discretos amigos... Tuvo que actuar de poder moderador im-provisado don Julián Besteiro, Presidente de las Cortes, y tras breve negocia¬ción, tomó la presidencia del Gobierno Provisional el adalid de los anticlericales, don Manuel Azaña (octubre 13-14, 1931)”

Documentación: “Los documentos de la primavera trágica”, de Ricardo de la Cierva y Hoces, Madrid, 1.967.


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