miércoles, 27 de julio de 2011

18-7-36. Empieza el fin de la terrible II República. Demos gracias a Dios ( I I I )


Continuamos con las "cualidades" de D. Manuel Azaña.


Sus cualidades

Cobarde

Organiza con otros una sublevación sangrienta (1930), fracasa, se esconde en casa de su suegro, no le perseguía nadie sino sería el primer sitio donde hubiesen buscado.
Ganan las elecciones (14-4-31), va a buscarle su amigo Maura que cuenta. Azaña “no había dado la menor señal de vida, a pesar de los sucesos fue tarea no fácil... Allí estaba, pálido, con palidez marmórea… Le hice presente el objeto de mi visita y le conminé para que me acompañase… Se negó rotundamente… Hombre de una inteligencia extraordinaria… estaba aquejado de un miedo físico insuperable. Más de una vez, en lo sucesivo, pude comprobarlo”. Le dice Azaña cagado: “el rey… para defenderse… le bastaría contra nosotros con los alabarderos, y cuenta con bastante más que los alabarderos”. Así cayó Alfonso XIII, p.167. C. Rivas Cherif (rojo), Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona, 1979, p.179.  En lo sucesivo Retrato.

El 14 por la noche salió Maura arrastrando a todo el Gobierno provisional y a una gran multitud, para ocupar Gobernación, cuenta Maura: “Según luego supe, Azaña, que venía con Casares Quiroga en uno de los últimos coches, iba refunfuñando malhumorado, diciendo que seríamos ametrallados por la Guardia Civil, que aquello era una locura y llamándome -señorito chulo-”. Maura, Así cayó Alfonso XIII, p.169.

“¿A quien temía más Azaña… A Largo Caballero o a los militares? El haber temido más a Largo Caballero hizo posible la sublevación”. Zugazagoitia (Director de El Socialista), Guerra y vicisitudes de los españoles.

Viene la guerra.

Azaña se va a Barcelona sin el permiso preceptivo del Gobierno. Retrato, p.357.
Afirma Azaña, con su caradura habitual: “salí yo de Madrid por decisión del Gobierno”. Memorias políticas y de guerra, V.II, p.318. Miente.

Escribe Largo (Jefe del Gobierno): “Azaña… Sin consultar con nadie decidió irse a Barcelona”. FPI (Fundación Pablo Iglesias), AFLC XXIII, p.483. Estuvo siete meses sin aparecer por Valencia, bien cerca de la frontera. Se fue cuando cagado de miedo por la sublevación del los anarquistas, creyó que corría peligro. Zugazagoitia (PSOE) describe la cobardía de Azaña aquellos días: “prefiere pasar cuatro días de temores intermitentes e incertidumbre a cuatro minutos de resolución”. H. Thomas, La guerra civil española, p.714.

Franco se acerca al Mediterráneo. Azaña, valientemente, siente la necesidad de acercarse otra vez a la frontera aprovechando que ya no hay anarquistas, y sin decírselo a nadie se larga, nos cuenta Rivas: “la necesidad de paliar la urgencia que podía surgir de un día a otro: aquel en que los facciosos lograran… llegar al Mediterráneo cortando la comunicación entre Cataluña y Valencia”. Retrato, p.384.

Ante  las visitas al frente de Negrín Azaña opina: “No me parece muy bien que el jefe del Gobierno haga esas cosas, ni se exponga inútilmente”. Memorias políticas y de guerra, V.II, p.164. Él no tenía ese problema, no se le ocurría ir por allí ni harto de vino.
Azaña quiere destituir Negrín. Éste le amenaza con un golpe de estado, aquel se achanta y Negrín sigue. Retrato, p.395.

Está en Francia, temblando se niega a ir a Madrid y le obligan a dimitir, previamente exige dos millones de pesetas, que le da Negrín cuando firma unos papeles para que éste pueda vender unos barcos y así hacer hucha. El Gobierno estaba en Madrid. Retrato, p.434.

Fiel enemigo de sus amigos

Azaña en sus diarios una y otra vez trata a íntimos amigos políticos o no de “obtusos”, “loquinarios”, “botarates”, “gente impresionable, ligera, sentimental y de poca chaveta”, insufrible por su  "inepcia, injusticia, mezquindad o tontería”; “No saben qué decir, no saben argumentar. No se ha visto más notable encarnación de la necedad. Me entristezco casi hasta las lágrimas por mi país, por el corto entendimiento de sus directores y por la corrupción de los caracteres”; “zafiedad”,  “politiquería”,  “ruines intenciones”, “gentes que conciben el presente y el porvenir de España según se los dictan el interés personal”; “política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín, sin ninguna idea alta”.

Los insultos son constantes no esporádicos, no son accesos de ira ocasional. Revelan una opinión profunda y amarga: “Rodeado de imbéciles, gobierne usted si puede”.
A todos despreciaba incluso a los que le habían hecho posible su brillante carrera política.

Odió con toda su alma a Melquíades Álvarez su primer jefe político. De él decía:

“Melquíades me tuvo diez años en su partido (1913 a 1923) y no supo hacer de mí ni un concejal”. Era muy listo nuestro paisano.

También odió a Lerroux su segundo jefe político con saña.

“Designar a Albornoz (asturiano, su ministro de Justicia, fiel servidor de don Manuel, había sido ministro en todos sus gobiernos) para la Presidencia del Tribunal tiene muchos inconvenientes… por sus condiciones personales. Es lo más probable que… lo haga mal… Las ventajas son… que eliminamos de la política un estorbo de los mayores, por su ambigua conducta y su doblez, baluartes de su cobardía”. Azaña, Los cuadernos robados, p.391. En lo sucesivo Cuadernos.

En el 33 le regala un acta de diputado Prieto poniéndole en la lista del PSOE en Bilbao, Aceptó pues sabía que no la sacaría en ningún otro sitio, su partido sacó cuatro actas en toda España.

Le paga a Prieto poniéndole a parir en su diario, le llamó desde golfo, ladrón a inútil para todo. Cuadernos, p. XXI

Azaña escribía de él: sus “contactos provechosos” con el industrial H. Echevarrieta (gángster internacional, contrabandista de armas, llegó a vendérselas a Ab del Krim en su guerra contra España)… “lo más lejano a un estadista… blasfemias, ciertas chuscadas… aspavientos, desmanes oratorios y procacidades… chocarrerías”. Cita a Maura inquieto por la gestión de Prieto en Hacienda: “¿Cree usted que España puede estar dirigida por un loco?… La violencia de su carácter es tal, que tiene aterrorizados a sus funcionarios. Si les manda hacer un proyecto, por disparatado que sea, lo hacen sin formular ninguna observación… su dominio del idioma es corto y no tiene vocabulario”. Cuadernos, p.72-3,78.

Carlos Pla en su libro de homenaje a Azaña, dice: “Como muchos grandes hombres descubre la conciencia que tiene de su propia superioridad arrancando tiras de pellejo a sus amigos y colaboradores”. En el 33 sé definía: “Tengo de mi raza el ascetismo y del demonio la soberbia”.  C. Pla, Azaña, p.271.

Continuará

Francisco Alamán Castro

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