Decía un pedante marxista infumable, al que conocimos
personalmente, que “nosotros los rojos somos internacionalistas”,
diciendo en otra ocasión que “a patriota
no me gana nadie”. Sin comentarios.
Por otra parte, el sátrapa Fidel Castro pronunció en
marzo de 1960, cuando llevaba un año en el poder, lo de “¡Patria o muerte!”,
palabras que fueron como una consigna, como un eslogan y como un emblema de la
revolución cubana. Sin comentarios también. Y como hay que recuperar
“memorias”, vamos a ello como siempre.
Como ya sabrán, la Primera, Segunda, Tercera y Cuarta
Internacional se celebraron en 1864, 1889, 1919 y 1938, respectivamente,
estando formadas por socialista y comunistas de varios países, que pretendían
promover y provocar la revolución en toda la Tierra con le objetivo de
conseguir el comunismo internacional.
Dicho esto, hoy día hay muchos, muchas y “muches” que
dicen que defienden a su patria, pero en cambio nada quieren saber de la
libertad. Para esta gente vale más la bota, el bozal, el grillete, el oír ver y
callar, que el orden, el respeto y, por supuesto, la libertad.
Un verdadero patriota, no un patriotero, nada quiere
saber de un régimen de mentira, de odio y de terror, cosas que se vean
actualmente en muchos sitios, sobre todo la mentira y el odio.
Karol Wojtyła, el Papa San Juan Pablo Segundo, que fue
testigo de la invasión de su patria Polonia por nazis y comunistas, en una
carta a los polacos de fecha 23 de octubre de 1978, decía:
“El amor de la patria nos une y debe
unirnos por encima de cualquier divergencia. Esto nada tiene que ver con un
rígido nacionalismo o chovinismo, sino que surge de la ley del corazón humano.
Es la medida de la nobleza del hombre. Medida puesta a prueba muchas veces
durante nuestra nada fácil historia.”
Unos años más tarde, concretamente en junio de 1982,
decía en Buenos Aires a los obispos argentinos:
. . . “la universalidad, dimensión
esencial en el Pueblo de Dios, no se opone al patriotismo ni entra en conflicto
con él. Al contrario, lo integra, reforzando en el mismo los valores que tiene;
sobre todo el amor a la propia patria, llevado, si es necesario, hasta el
sacrificio; pero al mismo tiempo abriendo el patriotismo de cada uno al
patriotismo de los otros, para que se intercomuniquen y enriquezcan. La paz
verdadera y durable tiene que ser fruto maduro de una lograda integración de
patriotismo y universalidad”.
¿Habrá comentado algo de esto Su Sanchidad cuando
visitó al Papa?


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