Y terminamos con el “orgullo rojo” de su “Sanchidad”.
Como ya saben, su “Sanchidad” dijo en su día que el bombardeo de Guernica había sido uno de
los episodios “más cruentos de la Guerra Civil”, diciendo también que “La
memoria es imprescindible para construir una sociedad democrática y en paz”.
Lo que usted construye, so cínico, es el guerracivilismo, ya que de la otra
“memoria”, calla como una zorra.
¿Por qué no comenta nada sobre el bombardeo de
Cabra, del que ya hemos hablado varias veces en este blog? Este bombardeo,
perpetrado por los suyos del “orgullo rojo”, fue algo más que cruento: fue
sanguinario, feroz, brutal, etc. Murieron una 300 personas, casi que el doble
que en Guernica
¿Por qué no comenta asimismo los bombardeos
rojo-republicanos sobre Sevilla, Granada, Zaragoza, Huesca, Toledo, Pamplona,
Teruel, Córdoba, Salamanca, Burgos, así como también los más de 200 bombardeos
que sufrió Oviedo, y un largo etc?
¿Y por qué no comenta este sujeto algo sobre los
libros “Paracuellos-Katyn. Un ensayo sobre el genocidio de la izquierda”,
autor César Vidal, libro comentad en este blog, o sobre otro libro intitulado “Matanzas
en el Madrid republicano”, escrito por el cónsul de Noruega Félix Schlayer,
también comentado en este blog?
El historiador Ricardo de la Cierva, en su obra “La victoria y el caos. A los sesenta años del 1 de abril de 1939”, Editorial Fénix, 1999, 736 páginas, nos habla de las posiciones que en
aquellos tiempos adoptaron los intelectuales españoles y del extranjero ante la
contienda española, destacando lo que decía Manuel Azaña sobre el caos que
reinaba en su propia zona.
No cabe duda ninguna que el fusilamiento de
Federico García Lorca fue un acto repudiable, como lo fueron los fusilamientos
cometidos por los rojos. Pero el fusilamiento del poeta alcanzó unos niveles de
propaganda en aquel entonces, y ahora, que han llevado a la gente a creer que
los republicanos contaban con el apoyo de los intelectuales, no así el bando
nacional. En la página 358 del libro antes citado, se puede leer:
“Sobre Lorca
se ha cebado de tal forma la propaganda de la izquierda cultural en la
posguerra y en la transición, con la cooperación sospechosísima de grandes
órganos de la derecha, y con tal sentido de la unilateralidad y la
manipulación, que provocan la hartura de la opinión pública y el propio desdoro
del poeta, cada vez más convertido en instrumento y en tópico. Dígase tal cosa
como muestra de respeto por su vida -ya tan lejana cuando llegaba a su tumba
perdida el final de la guerra- y su obra, donde la militancia política sólo
tuvo un lugar secundario”.
La citada propaganda, incluida la de ahora con lo de
“La memoria histórica”, o “Memoria democrática”, sirvió, y sirve, para inculcar
a la gente que los nacionales querían que desapareciese todo asunto relacionado
con el tema de la cultura. Como de costumbre, mentira y falsedad.
Vamos a relacionar aquí una lista de personas asesinadas
por los rojos, en la que figuran todo tipo de personas no solamente de valía
intelectual, sino política:
José Antonio Primo de
Rivera, Ramiro Ledesma Ramos, Víctor Pradera, Zacarías García de Villada, Pedro
Poveda Castroverde, Melquíades Álvarez
González-Posada, Francisco Beceña González, Rufino Blanco Sánchez, Manuel Bueno
Bengoechea, Andrés Manuel
Calzada Echeverría, José Canalejas Fernández, Jesús Cánovas del Castillo y
Vallejo, Luis Carpio Moraga, Manuel Delgado Barreto, Enrique Estévez Ortega, Manuel Font y de Anta,
Joaquín Font y Fargas, Manuel
González-Quevedo Montfort, Luis Huidobro Laplana, Francisco Javier Jiménez de
la Puente, Emilio Juncadella
Vidall, Alvaro López Núñez, Ramiro
de Maeztu y Whitney y un larguísimo etc.




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