Continuamos
con Antonio Gramsci. Como habíamos dicho en el anterior capítulo, el italiano
había huido a la URSS porque Mussolini le perseguía. Sin embargo, decidió
regresar a su patria porque lo que había visto en el “paraíso” comunista le
había impactado negativamente al comprobar cómo realmente funcionaba el sistema
bajo la égida del temido y criminal Stalin.
Una vez en Italia, su intención era la de dirigir y liderar el Partido Comunista Italiano, cosa que no pudo conseguir porque “Il Duce” lo encarceló en 1.926, lo mismo que se hacía en los regímenes comunistas con los opositores. Gravemente enfermo fue sacado de la cárcel y falleció en 1.935.
Una
vez en la cárcel, tuvo tiempo para meditar sobre su teoría que consistiría,
llevado por su fanatismo marxista, en subvertir los principios éticos y morales
del mundo occidental, al que él pertenecía, para que el comunismo triunfase.
Aquí
es cuando surge la idea de conquistar para la causa marxista al mundo
intelectual de la educación, de las artes y de la cultura en general. Y en este
momento es cuando aparecen los tontos
útiles, que diría el criminal Lenin que, lo único que han hecho, ha
sido confirmar las teorías de Gramsci.
Como
ya hemos dicho en otros artículos, también hubo más partidarios de este
terrorismo intelectual, como es el caso del húngaro Gregory Lukacs, quien llevó
a la práctica sus teorías en la república soviética de la Hungría de 1.919,
dirigida por el tirano Bela Kun, quien después del derribo de dicha revolución
húngara, y como siempre hacen los líderes comunistas de todos los países y en
todos los tiempos, huyó a la URSS, en donde “trabajó” como burócrata de la
Internacional Comunista, siendo asesinado posteriormente por Stalin durante el
Gran Terror soviético de los años treinta del siglo pasado. De este asesinato
por parte de Stalin, poco se comenta. Si embargo, lo de Gramsci fue propagado a
los cuatro vientos por la propaganda marxista de los tontos útiles.
Quizá
lo que más destaca de este sujeto es el asunto sexual. Según esto, en los
colegios se inculcaba a los niños las excelencias del amor libre y se les decía
que tanto la familia como la religión eran cosas irracionales que había que
extirpar para gozar de la plena libertad y de los placeres. A poco que uno se
fije, este programa se ha llevado a cabo en España desde los tiempos de “ni
la madre que la parió”, a la actual del “Okupa” monclovita.
Estos
dos personajes, y alguno más, son los que han cimentado las bases de la
contracultura que aparece en el mundo “progresista” allá por los años sesenta
también del siglo pasado. Pero, claro, la ignorancia de estos “progres” es tan
supina que no saben que su “doctrina” y puntos de vista ya habían sido
programados por estos dos sujetos.
En
el próximo artículo hablaremos de otro líder del terrorismo cultural: Willi
Münzenberg.
Continuará.
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