Como decíamos en la anterior entrega, en ésta veremos algo sobre los “conceptistas” y sobre Góngora.
Como ya saben, el hipérbaton es la alteración del orden de las palabras., Pues bien, los “conceptistas” en ciertos aspectos sí lo usaban con el objeto de expresar sus pensamientos, a la vez que también usaban la perífrasis (rodeo que se hace con palabras para expresar algo que se puede decir con menos palabras, e incluso con una sola) y la metáfora. El empleo de estas formas muchas veces hace que las oraciones se vuelvan poco comprensivas.
Como ejemplo esto se podría poner a Quevedo, que decía en su poesía “El sueño”:
“Cuidados veladores
hacen inobedientes mis ojos
a la ley de las horas . . .”, indicándonos con esto que no puede dormir.
Otro ejemplo es el Baltasar Gracián que describe así a la castaña:
“Con el hábito del monje carmelita
entre rejas de púas siempre habita”
Estos dos ejemplos se entienden, sobre todo el de Gracián. Pero hay casos, como el de Lupercio Leonardo de Argensola, que hacen las frases poco menos que ininteligibles. Así, escribe:
“La hermosura y la paz de estas riberas
las hace parecer a las que han sido
en ver caer al hombre las primeras”
¿Alguien se pude imaginar que Argensola se está refiriendo al Paraíso?
Y ahora hablemos un poco de Luis de Góngora y Argote (1561-1627), que fue uno de los grandes poetas de aquel entonces.
En su carrera literaria hay dos períodos distintos. Durante el primero se le podría incluir entre los discípulos de la escuela sevillana, con sus poesías familiares y letras picantes, además de sus graciosos e ingeniosos romances, como “Sonetos heroicos”, “Sonetos amorosos”, “Canciones”,”Octavas, “Tercetos” y “Décimas”.
En la próxima entrega comentaremos algo sobre el otro período. También veremos algo sobre Francisco de Quevedo y Villegas.
Continuará.
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