Cuando la pandilla de súcubos, o de íncubos (vaya usted a saber), llegó al poder gracias a aquel terrible atentado terrorista que, misteriosamente aún sigue sin aclararse, señor Rajoy, parecía que un Arcadia feliz se iba a cernir sobre España: talante, diálogo, mano tendida, pero con el puño cerrado, claro, y no sé cuántas cosas más. El resultado ya sabemos cuál ha sido: una España resquebrajada, rota, destrozada y al borde del colapso económico.
Vamos a fijarnos solamente en unos detalles del último mes de aquel nefasto gobierno: noviembre de 2011. Así, dicho gobierno de la pandilla, decía que el déficit público era en aquel mes del 6 % del PIB. Un mes más tarde, con el PP ya en el gobierno, se descubrió que tal déficit era mentira, ya que era superior al 8 %
En marzo de 2012 el déficit real era del 8,5 %, que fue el dato que se envió a la CEE, aunque el déficit real en estos momentos anda por el 9 %, a pesar de que el actual gobierno del híbrido y desnortado PP, según Rajoy, “estamos en la senda de convergencia” ¿Con quién convergemos? ¿Con Portugal? ¿Con Irlanda, o será con Grecia?
La angurria de dinero de toda esta basca, el despilfarro y el derroche a manos llenas de las ayudas recibidas de Europa que, como ya hemos dicho en otra ocasión, superaron a las del Plan Marshalll, han traído esta terrible situación económica que, salvo un milagro, no se sabe muy bien cómo vamos a salir de ella. La insolvencia, corrupción, ineficiencia, incompetencia y nepotismo de esta cáfila política, han sido los principales pilares de este desastre.
Y lo repetimos por enésima vez: mientras no se supriman las autonomías, el Senado, la monarquía y las ayudas estatales a los sindicatos, no habrá nada que hacer. Todo lo que se intente será cuento. Sería como poner cataplasmas en los dídimos, aunque a lo mejor el asunto se arregla quitando las pagas extras de navidad o apagando farolas, oiga.
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