Como
habrán leído en su día, allá por setiembre de 2.010, el astrofísico Stephen
Hawking manifestó de forma un tanto autoritaria, que “Dios no existe”, como si la ciencia y la fe en Dios fuesen
incompatibles. Lo Podía haber dicho de otra forma: “Mi opinión personal es que Dios no existe”.
La
verdad es que este señor nunca ha inventado nada, nunca ha demostrado nada y
nunca ha descubierto nada. Se ha limitado a teorizar y teorizar. Su campo es la
física teórica. Y las teorías no valen para nada hasta que no se demuestren.
Lo
que verdaderamente nos extraña es por qué no le da que pensar Quién ordenó,
programó y dispuso toda una serie de leyes físicas y constantes para el
funcionamiento correcto del Cosmos. Hay un asunto clarísimo: ningún ser ni
ninguna cosa pueden dar la vida o la existencia a sí misma.
Después,
como argumento paupérrimo para corroborar su afirmación, dice que hay varios
universos ¿Y qué? ¿No es el Cosmos el conjunto de todo lo creado, según del
diccionario de la RAE?
Aparte de esto, según un científico que no recuerdamos su nombre, sólo
conocemos el cinco por ciento del universo. Entonces, ¿cómo se puede decir que
hay varios, si prácticamente no conocemos el nuestro? Teoría pura. También nos
extraña una afirmación que hizo en su día, totalmente opuesta a esta que
estamos comentando: "Einstein se
equivocaba diciendo que "Dios no juega a los dados con
el universo. Considerando las hipótesis de los agujeros negros, Dios no
sólo juega a los dados con el universo: a veces los arroja donde no
podemos verlos" ¿En qué
quedamos, señor Hawking, existe Dios o no existe?
La
verdad es que se ha metido en un terreno que no es el suyo, o no le
corresponde. Es como si un cocinero de gran fama, o un experto en etnografía
peruana, se metiese a opinar con autoridad sobre el tema.
Vamos
a trasladar aquí las opiniones de varios científicos sobre la existencia de
Dios, científicos que sí descubrieron o inventaron algo, además de ser premios
Nobel.
William
Philips, premio Nóbel de Física en 1.997, dice: “Hay tantos colegas míos que son cristianos que no podría cruzar el
salón parroquial de mi iglesia sin encontrarme con una docena de físicos”.
Arthur
Compton, premio Nóbel de Física 1.927 (“Efecto Compton”): “Para mí, la fe comienza con la comprensión de que una inteligencia
suprema dio el ser al universo y creó al hombre. No me cuesta tener esa fe,
porque el orden e inteligencia del cosmos dan testimonio de la más sublime
declaración jamás hecha: En el principio
creó Dios . . .”.
Arno
Penzias, premio Nóbel de Física 1.978 por descubrir la radiación de fondo del
Cosmos: “Si no tuviera otros datos que
los primeros capítulos del Génesis, algunos de los Salmos y otros pasajes de
las Escrituras, habría llegado esencialmente a la misma conclusión en cuanto al
origen del Universo que la que nos aportan los datos científicos”.
Arthur
Schawlow, premio Nóbel de Física 1.981: “Al
encontrarse uno frente a frente con las maravillas de la vida y del universo,
inevitablemente se pregunta por qué las únicas respuestas posibles son de orden
religioso. . . Tanto en el Universo como
en mi propia vida tengo necesidad de Dios”.
Max
Born, premio Nóbel de Física 1.954 (Mecánica cuántica): “Sólo la gente boba dice que el
estudio de la ciencia lleva al ateismo”.
Dejamos
para último lugar a Albert Einstein que, como es sabido, fue premio Nóbel de
Física en 1.921 por el descubrimiento del efecto fotoeléctrico y que
probablemente haya sido una de las mentes más inteligentes que ha dado la Humanidad. Se ha escrito mucho
sobre el ateismo de este genio. La verdad es que no lo era. Vean ustedes:
“Apenas si calco las líneas que fluyen
de Dios”.
Refiriéndose
a Spinoza, decía: “Creo en el Dios de
Spinoza, que se revela en la armonía de lo existente regido por leyes”.
En 1939, poco antes de
empezar la II Guerra
Mundial, declaraba en Priceton: “Los más
elevados principios de nuestras aspiraciones y juicios nos los proporciona la
tradición judeo-cristiana. Sus más profundas convicciones se enraizaban en
dicha tradición: sólo una vida vivida para los demás vale la pena de ser
vivida”.
“No soy ateo, y no pienso que se me
pueda llamar panteista. Estamos en la posición de un niño pequeño entrando en
una gigantesca librería llena de libros escritos en muchas lenguas. El niño
sabe que alguien debió de haber escrito esos libros . . . Tampoco entiende los
lenguajes en los que están escritos y sospecha que existe un misterioso orden
en la colocación de esos libros, sin saber cuál es ese orden. Ésta, me parece a
mí, es la actitud hacia Dios, aún del más inteligente ser humano .Contemplamos
al universo maravillosamente dispuesto y obedeciendo a ciertas leyes, pero
solamente de manera borrosa entendemos esas leyes. Nuestras mentes limitadas
perciben una fuerza misteriosa que mueve a las constelaciones”.
En una carta publicada en La Razón el 26 de febrero de
2.003, queda clara la posición de Einstein sobre su fe. Dice el científico: “La generalizada opinión, según la cual yo
sería un ateo, se funda en un gran error. Quien lo deduce de mis teorías
científicas, no las ha comprendido. No sólo me ha interpretado mal sino que me
hace un mal servicio si él divulga informaciones erróneas a propósito de mi
actitud para con la religión. Yo creo en un Dios personal y puedo decir, con
plena conciencia, que: en mi vida, jamás me he suscrito a una concepción atea”.
En marzo de 1952, escribía a
un amigo lo siguiente:
“Aquí reside el sentido de lo maravilloso, que se
incremente aún más con el desarrollo de nuestro conocimiento. Y aquí reside la
debilidad de los positivistas y ateos profesionales, quienes se sienten felices
en la conciencia de haber librado exitosamente al mundo no sólo de Dios, sino
incluso de lo maravilloso”.
Para terminar, recordemos
algunas frases del sabio sobre su posición ante el ateismo, Dios y la religión.
“El tener una creencia religiosa no es un
síntoma de estupidez, así como tampoco el ser incrédulo es signo de
inteligencia”.
“Aún ante la vista de semejante armonía
en el Cosmos que con mi limitada mente humana soy capaz de percibir, sigue
existiendo gente que dice que no hay Dios. Pero lo que realmente me encoleriza,
es que dicha gente me cite a mi para sustentar sus opiniones”.
“Ni existe una insuperable contradicción
entre la religión y la ciencia, ni puede ser reemplazada la religión por la
ciencia”.
“La ciencia sin religión está coja, y la
religión sin ciencia está ciega”.
“La luz es la sombra de Dios”.
Con todo esto, Einstein nos está diciendo que el Universo es una obra planeada
y que cuesta trabajo creer que exista por pura casualidad. También nos
transmite la idea de que es difícil aceptar que la razón de la existencia del
Cosmos no tenga explicación.
Nota.- En la imagen la
nebulosa de la Hormiga.
A lo mejor se hizo sola, oiga.
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