Así se intitula un libro de Antonio Elorza y Marta Bizcarrondo,
catedrático de Ciencia Política en la Universidad Complutense el primero, y
catedrática de Historia Contemporánea en la Universidad Autónoma de Madrid, la
segunda. Editado por Planeta en mayo 1999, consta de 532 páginas. La obra trata
sobre la influencia de la Internacional Comunista en España durante la Guerra
Civil, según la apertura parcial de los
archivos soviéticos , a los que han tenido acceso algunos historiadores
privilegiados.
La interpretación que hacen los profesores Elorza y Bizcarrondo de
los citados documentos, es un tanto ideologizada. Desconocen o “ignoran”
documentación que se encuentra en España y que no por eso deja de ser tan
importante como la soviética. “Ignoran”, por ejemplo, que el 22 de enero de
1937 Andrés Nin escribió una carta a la Comisión Ejecutiva del Partido
Socialista en la que pedía que se incluyese al POUM en la unificación con el
PSOE y el PCE.
También “ignoran” el artículo de Nin “El problema de los órganos de poder en la revolución española”.
Esta documentación desmiente los comentarios gratuitos que estos dos
catedráticos hacen sobre Nin: su pensamiento, su táctica política, el papel de
Nin y del POUM en la guerra, etc.
Los periodistas Dolores Genovés y Llibert Ferri (autores del
documental “Operación Nikolai”), investigadores de los archivos de la KGB y del
Archivo Histórico Nacional de Madrid, han encontrado pruebas documentales del
encarcelamiento, tortura y asesinato de Andrés Nin por parte de Orlov, Gero,
Stepanov, etc todos ellos agentes de Stalin en España.
¿Cuál es la nueva perspectiva que Elorza y Bizcarrondo aportan al
asunto?. En realidad no aportan nada. Más bien pretenden destruir lo que
denominan “el mito de la pureza de Nin y
del POUM”, diciendo que Nin y el POUM eran revolucionarios que aspiraban a
una revolución social y que no luchaban por la defensa de la República. Esto ya
se sabía de sobra. Por tanto, nada nuevo bajo el sol.
En vez de narrar los hechos históricos tal como sucedieron, los
profesores se ponen a dar consejos sobre la táctica acertada que los
estalinistas debían haber practicado en España. Se lamentan de que la NKVD y el
PCE encarcelaran, persiguieran, torturaran , calumniaran y asesinaran a los
miembros y dirigentes del POUM. Pero no lo lamentan porque la calumnia, la mentira,
la falsificación, el asesinato, etc. sean reprobables y aberrantes por sí
mismos, sino porque ahora se conocen los asesinos y también se sabe la
execrable participación de los estalinistas españoles. Lo que Elorza y
Bizcarrondo dicen es que hubiera sido mejor propagar lo antes mencionado: que
Nin y el POUM eran revolucionarios y que no defendían la República. Con esta
táctica los “estalinistas de toda la vida”, aparecerían como los “campeones de
la democracia” y no tendrían por qué avergonzarse de tanto crimen
Aparte de todo esto, la obra tiene muchos errores e imprecisiones
que no cabrían en este resumen. El libro termina con una frase del Palmiro
Togliatti, uno de los responsables de la política criminal estalinista: “Si algún día regresásemos a nuestros
países, hemos de tener presente desde un principio: la lucha por el socialismo
significa lucha por mayor democracia. Si nosotros, los comunistas, no nos
convirtiésemos en los más consecuentes demócratas, la historia nos arrollará”.
Qué duda cabe que así fue.
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