La Comunidad Económica Europea ( I )

Ante la extraña situación, por no decir otra cosa, por la que atraviesa Europa en estos momentos, vamos a dedicar unos artículos al tema.

Como ya sabrán, en 1957 se firmó el Tratado de Roma por el que quedaba constituida la Comunidad Económica Europea, Tratado que entraría en vigor el 1 de enero del año siguiente. La “emoción” que sintieron muchas personas les llevó a decir que caminábamos a pasos agigantados hacia los Estados Unidos de Europa. Nada más falso, ya que ni en la cultura, ni en la política, así como en otros aspectos, aparecen síntomas de tal cosa.

Está claro que la cultura en la Comunidad no sólo es plural y diversa, sino que en algunos casos hasta contradictoria y que, por tanto, por un acuerdo económico para ir al “mercado único”, tal pluralidad y diversidad no iban a armonizarse.

De la integración política, para qué vamos a hablar. A pesar de los esfuerzos que se hicieron para lograr y conseguir una cooperación política, como el Informe Dodge, o el Acta Única Europea aprobada a finales de 1985, por ejemplo, nada se ha conseguido. Evidentemente con el citado Informe, así como con el Acta, se buscaba que las instituciones comunitarias tuviesen más poder. Que se lo pregunten a los 17 jefecillos autonómicos que tenemos dentro de “los muros de la Patria mía”.

Mientras no se articulen políticas que vayan más allá de lo meramente económico, y que sirvan para una verdadera integración política, seguiremos dando bandazos.

Como también sabrán, se habló en su día de la “armonización fiscal”. Esto sí que es de risa ¿Acaso existe “armonización fiscal” dentro de esta troceada y desguazada España?

Otro asunto del que se habló en su día fue el del “tejido industrial”: fanfarria tras fanfarria, y farfolla tras farfolla. Ahí están China, EE.UU o Japón con muchos productos más baratos que los fabricados por la CEOE.

Pero claro, oiga, es necesario dar otro “salto” para logar la “cohesión”, aunque si esta cohesión es un “brexit” ¡aviados estamos!

Continuará.