Como decíamos en la anterior entrega, en ésta y siguientes veremos algo sobre la novela, la didáctica y la oratoria en Siglo de Oro. Al principio de este período, la producción novelesca es una continuación de la novela picaresca. La afición que tenía la gente por este tipo de literatura era tan grande, que se tradujeron a nuestro idioma prácticamente todas las composiciones de carácter narrativo y de entretenimiento, que llegaban a manos de los literatos españoles.
Entre las novelas picarescas, que siguen la tradición española, figuran las de Alonso de Salas Barbadillo (1580-1635), siendo las más populares y conocidas “El caballero puntual”, “El curioso y sabio Alejandro, fiscal de vidas ajenas” y “La ingeniosa Elena”.
Destaca también en este terreno Jerónimo de Alcalá Yáñez, con sus simpáticas obras “Alonso, mozo de muchos amos” y “El Donado Hablador”
También se pueden citar a Alonso del Castillo Solorzano (1584-1648), que es autor de tres colecciones de novelas cortas intituladas “Tardes entretenidas”, “Jornadas alegres” y “Noches de placer” También escribió “La garduña de Sevilla”, “Aventuras del bachiller Trapaza” y algunas más.
Además de los citados, también se pueden destacar Gonzalo de Céspedes (1585-1638), autor de “El español Gerardo” y “La fortuna varia del soldado Píndaro”.
Hubo más literatos tales como Antonio Enrique Gómez, Alonso Alcalá y Herrera, Julián de Medrano, Ambrosio de Salazar, Antonio de Eslava y María de Zayas Sotomayor (1590-1661), que destaca por su colección de “Novelas ejemplares y amorosas” y “Novelas y saraos”, sobre temas eróticos.
Delas novelas de otros países tuvieron éxito en España las bizantinas, cuyos argumentos y temas centrales eran sobre aventuras y lances amorosos de bandoleros y piratas, destacando “Treágenes y Cariclea”, traducido del griego por Francisco de Vergara, e “Historia de los amores de Leucipe y Clitophonte”, traducida por Quevedo.
En la próxima entrega veremos algo sobre la didáctica.
Continuará.
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