Como decíamos en la anterior entrega, en esta veremos la Dramática en el Siglo de Oro, con los geniales Lope de Vega y Calderón de la Barca.
La influencia del primero llegó hasta mediados del siglo X V I I, y la de Calderón de la Barca sostuvo la hegemonía del teatro hasta principios del siglo X V I I I, fecha en la que empieza la gran decadencia.
Féliz Lope de Vega y Carpio(1562-1635) era conocido por sus contemporáneos como el “Monstruo de la Naturaleza” y “Fénix de los ingenios”. Su vida estuvo plagada de raptos, lances amorosos, galanteos, aventuras, pendencias, etc. Sin embargo, en lo que se refiere a su vida literaria, futo todo un portento.
Había nacido en Madrid el 25 de noviembre de 1562. Su familia era originaria de aquí de Asturias. Por su vehemente deseo de conocer mundo, se escapa del colegio con un amigo, burlando la vigilancia de los padres jesuitas, siendo poco después detenidos en Astorga y devueltos a sus familias, siendo su juventud fue un tanto borrascosa.
Estuvo de secretario del Duque de Alba, casándose posteriormente con Isabel de Urbina, a la que abandonó al poco tiempo, alistándose en la Armada Invencible que, una vez destruida ésta, entró al servicio del Conde de Lemus. Después de su vida azarosa, se ordenó sacerdote, siendo fiscal de la Curia Apostólica hasta su muerte.
En el aspecto literario fue simplemente un genio, ya que cultivó prácticamente todos los géneros. Quizá su record haya sido la producción de más de dos mil obras dramáticas.
En el género épico destaca la “Dragontea”, valiente y atrevida diatriba contra las actividades bélicas del inglés Drake; “Circe”, narración de los viajes de Ulises; “El laurel de Apolo”, florilegio dedicado a los poetas de aquel entonces; “La hermosura de Angélica” y también el poema épico burlesco “La Gatomaquia”.
También cultivó la novela pastoril, muy de moda en el siglo X V I, escribiendo “La Arcadia”, “El peregrino de su Patria” y “Triunfo de la fe en el Japón”, obra de prosa histórica.
Como poeta lírico cabe destacar sus poemas elegíacos, reunidos bajo el nombre de “Soliloquios”, entre los que destaca el dedicado a la muerte de su hijo, intitulado “A la muerte de Carlos Félix”.
En la próxima entrega veremos la clasificación de las obras dramáticas de este genio literario, dejando para otra ocasión los comentarios y las obras del otro genio: Pedro Calderón de la Barca.
Continuará.
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