No cabe duda que es un asunto difícil el averiguar el origen de una lengua, y aún más difícil, la de una nación que, en el caso de España, se ha visto influenciada por casi todas las civilizaciones, aunque el idioma primitivo de la Península, y según varios estudios, está relacionado con la raza Cromagnon.
Este primer idioma que podríamos llamar rudimentario, que procedía de las razas “aryas”, experimentó grandes influencias que la misma naturaleza ejerce en cualquier idioma sufriendo, obviamente, grandes modificaciones al ponerse en contacto con el habla particular de cada pueblo.
Avanzando un poco en el tiempo, antes de la invasión romana ya había en nuestra Península núcleos de población que pertenecían a distintas razas, cuyas hablas son lo más antiguo que se conoce de nuestro idioma. Dichos núcleos fueron el celta, el fenicio, el cartaginés y el íbero, siendo los tres primeros los que ha dejado su huella en otras naciones, y el cuarto, el íbero, el que la ha dejado en nuestra Península.
Como ya es sabido, el poder romano sobre los pueblos que iba conquistando era total, pues imponía sus costumbres, su derecho y muy especialmente su idioma, dato este que hacía que los nativos olvidasen relativamente pronto el idioma o los idiomas que usaban. En nuestro caso se introdujo el latín como lengua oficial y también como medio de expresión, fenómeno este que se conoce con el nombre de romanización.
De aquí salió, como no podía ser de otra manera, la literatura hispano-latina, siendo muchos los españoles que llegaron a ser no sólo grandes literatos, sino también grandes maestros de Retórica.
De estos españoles que cultivaron el latín, los historiadores los han dividido en dos grandes grupos: los paganos y los cristianos. Entre los primeros se podrían destacar los Marco Anneo Séneca, Lucio Anneo Séneca, Lucano, Quintiliano, Lucano con su famosa Farsalia, y alguno más. Entre los segundos se podrían citar a San Dámaso, Prudencio, Orosio, etc.
Posteriormente, una vez declarado el Cristianismo como religión oficial del Estado, hecho que tuvo lugar en el siglo IV, debe recordarse a los visigodos que escribían en latín, sobresaliendo de una manera notoria San Isidoro de Sevilla (570-636), que era la encarnación y resumen de la cultura visigoda en España. Su obra más notable, de carácter enciclopédico, son las Etimologías. También nos dejó De natura rerum, que es una especie de geografía del Cosmos de su época. También destaca la obra Sententiarum libri tres, que es una manual de moral.
Estas obras de San Isidoro, y otras, tuvieron una gran influencia en los escritores medievales, tales como San Braulio, San Ildefonso, etc, los cuales fueron los portadores de esta cultura hispano-latina hasta la llegada y establecimiento de los moros.
En las próximas entregas comentaremos algo sobre la literatura hispano-judía, la hispano-árabe y la lenguas neolatinas o romances.
Continuará
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