lunes, 14 de noviembre de 2011

Rafael Alberti, intransigente y cruel ciudadano




El pasado 28 de octubre, pero del año 1.999 fallecía, Rafael Alberti que, como ya saben algunos, fue un vate admirador del criminal y asesino Stalin.

A pesar de que el comunismo destruyó muchos libros y documentos que denunciaban sus errores, terrores y horrores, con la apertura parcial de los archivos de la implosionada URSS, ha aparecido mucha documentación que demuestra todo lo que han querido ocultar. Asimismo, la citada apertura ha permitido que se escribiesen muchos libros denunciando todo lo que se quiso ocultar durante muchos años. Algunos de estos libros los comentaremos próximamente.

Vean la poesía que este sujeto compuso a Stalin, al poco de morir en marzo de 1.953:

"Redoble lento por la muerte de Stalin
 

Por encima del mar, sobre las cordilleras,
a través de los valles, los bosques y los ríos,
por sobre los oasis y arenales desérticos,
por sobre los callados horizontes sin límites
y las deshabitadas regiones de las nieves
va pasando la voz, nos va llegando
tristemente la voz que nos lo anuncia.
José Stalin ha muerto.
Padre y maestro y camarada:
quiero llorar, quiero cantar.
Que el agua clara me ilumine,
que tu alma clara me ilumine
en esta noche en que te vas".

Como sabrán, este individuo pertenecía a la Alianza de Intelectuales Antifascistas y fue la promotora de la publicación de “El mono azul”, que empezó a editarse en agosto de 1.936. Los responsables de tal publicación fueron, entro otros, el mentado Alberti, su esposa María Teresa León, José Bergamín, León Felipe y varios más.
  


Hubo una publicación intitulada “A paseo”, en la que se instaba a los escuadrones del amanecer a asesinar y a cometer todo tipo de crímenes.

Nada de esto le importa a la izquierda de hoy. Siguen hablando de la Guerra Civil, pero no condenan ni critican estos crímenes y otros muchos

Dicho esto, y dado que al pueblo soberano parece que le encantan los aniversarios “redondos”, este año de 2.011 se cumplen 75 años del asesinato de Pedro Muñoz Seca, escritor y autor teatral, a manos de los rojos. Concretamente fue asesinado el 28 de noviembre de 1.936, habiendo sido encarcelado en la cheka de San Antón el 1 de agosto del mismo año.

Desde la prisión escribió varias cartas, casi todas ellas dirigidas a su esposa y a su madre, y en las que en muchas de ellas hacía referencia, o nombraba, a Dios.

Poco antes de su asesinato un miliciano apodado “Dinamita”, le ató las manos a la espalda con bramante con tal fuerza, que el hilo le alcanzó las venas. Entre las burlas y mofas de todos, le cortaron el bigote diciéndole: “Para donde vas no te va a hacer falta”.

Con las manos atadas brutalmente, hizo el trayecto desde la cheka de San Antón a Paracuellos de Jarama, que era el punto de destino de de las expediciones de presos que controlaba el criminal y asesino Santiago Carrillo que, como y saben, ha sido nombrado h.p. de Gijón por su “brillante hoja de servicios”.

En la celda de la cheka de San Antón estaban con él, entre otros, dos muchachos de 13 y 15 años hijos de un oficial del Ejército, que fueron también asesinados en una de las primeras sacas.

Las cartas mencionadas iban dirigidas a Cádiz, concretamente a Puerto de Santa María, que era donde residía su familia Allí, un hermano de Pedro hizo gestiones con Vicente Alberti, hermano del vate de Stalin, es decir, Rafael, para que intercediese por el preso. Ni qué decir tiene que este rufián no movió ni un dedo.

Por fin, el 26 de noviembre es “juzgado por un tribunal popular” por los delitos de “fascista, monárquico y enemigo de la República”.

Dos días después fue asesinado, recibiendo el tiro el tiro de gracia por parte de un miembro de las Brigadas Internacionales, tan homenajeadas ahora con la anuencia del PP.

Recordemos unas palabras pronunciadas ante los micrófonos de RNE por este sujeto al regresar a España, de la que había huido cobardemente: “Marché de España con el puño cerrado y hoy regreso con la mano abierta y tendida a todos los españoles”. Sin comentarios.

Y por fin otras palabras, esta vez escritas por D. Juan Ignacio Luca de Tena en su obra “Mis amigos muertos”, Editorial Planeta, Barcelona 1972, 339 páginas. En la 283 se puede leer:

“Aunque parezca extraño, la verdad es que yo no conocía a Alejandro Casona con anterioridad a la guerra civil. Durante la Monarquía, cuando todavía era posible la convivencia en España, yo había sido amigo de muchos escritores e intelectuales de extrema izquierda, entre otros, para citar a muy conocidos, de Julio Alvarez del Vayo, de Cipriano Rivas Cherif, de Jacinto Grau y del gran poeta siempre y, en la revolución , intransigente y cruel ciudadano Rafael Alberti, presidente de una organización llamada de intelectuales antifascistas, que tenía una checa en la calle Serrano”.




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