viernes, 28 de mayo de 2010

"Pulsaciones suicidas de la monarquía"


Por su interés, reproducimos un artículo de Pío Moa, insertado en Libertad Digital, sección Suplementos, el 26 de mayo de 2.010. Lean y juzguen.

Pulsiones suicidas de la monarquía

Libertad Digital – Suplementos 26 de mayo de 2.010

CUESTIONES DE HISTORIA DE ESPAÑA
Pulsiones suicidas en la monarquía
Por Pío Moa
Creo haber aclarado un equívoco común en las historias de España sobre la caída de la monarquía en 1931. Las izquierdas arguyen que la república llegó democráticamente, algo evidentísimamente falso, y las derechas que vino por un golpe de estado, pero se lo atribuyen a los republicanos, algo que tampoco se sostiene.
Es cierto que en diciembre de 1930 los republicanos intentaron imponerse mediante un golpe militar, pero fracasaron. Efectivamente, hubo un golpe político, en abril del año siguiente, pero fue asestado por los propios monárquicos, como he expuesto en Nueva historia de España. Por consiguiente, cabe sostener que, más que una victoria republicana, se trató de un suicidio monárquico.

Un nuevo episodio suicida, que ha pasado prácticamente inadvertido en medio del ruido mediático, y cuya trascendencia política no ha sido debidamente valorada, fue la firma de la llamada Ley de Memoria Histórica por el rey Juan Carlos. Dicha ley pretende considerar al Frente Popular un régimen legítimo y democrático, y por lo mismo deslegitimar al franquismo. Ahora bien, tanto la democracia actual –o lo que quede de ella– como la monarquía proceden, no, desde luego, del Frente Popular, ni de la república, ni de la oposición antifranquista, sino del franquismo. Es más, el rey mismo debe su corona a una decisión específica de Franco, quien, saltándose la legitimidad dinástica, dejó de lado a Don Juan, quien nunca llegó a reinar.

¿Estuvo justificada la doble decisión de Franco? Probablemente él pensó en un principio instaurar una monarquía de nuevo cuño con Don Juan, que se ofreció a participar en las filas nacionales durante la guerra civil y había mostrado entusiasmo por su triunfo bélico. Pero durante la guerra mundial Don Juan había fluctuado excesivamente entre las potencias fascistas y los Aliados anglosajones, para finalmente decantarse por estos últimos cuando su victoria parecía ya segura. Franco, realista, pudo haberlo tolerado si no fuera porque el pretendiente, convencido de que Alemania e Italia arrastrarían en su caída a la España franquista, adoptó una posición hostil a esta, que Franco interpretó como falta de convicciones y de juicio. En El Pardo no llegaron a conocerse maniobras del entorno de Don Juan que rondaban la alta traición, como he explicado en Nueva historia de España, pero las manifestaciones públicas del pretendiente bastaron: Franco le advirtió seriamente contra sus precipitaciones y su credulidad en las promesas que le hacían los Aliados, y terminó por descartarlo como futuro rey.

Para entender la situación debemos tener en cuenta que un rey difícilmente podría sostenerse contra una oposición cerrada de la izquierda, por lo que Don Juan se proponía atraerse a esta. El problema era doble: entenderse con sectores de izquierda moderados –en España casi inexistentes– y asegurar al mismo tiempo el concurso de los sectores conservadores propiamente monárquicos. Esa táctica fracasó con Alfonso XIII y no tenía ningún futuro en la España de posguerra, donde la izquierda anterior había desaparecido, y no solo por su derrota, sino por el modo como esta se produjo, que había desmoralizado y desencantado a las masas antes izquierdistas. Sin embargo, varios consejeros monárquicos, especialmente Gil-Robles, explicaban al rey que debía negociar con la izquierda, despreocupándose de una derecha que le apoyaría en cualquier caso, por la cuenta que le traía. Concretamente, pensaban pactar con uno de los demagogos más irresponsables y falaces del primer tercio de siglo, Indalecio Prieto, a quien hasta pensaron, según parece, seducir ofreciéndole la jefatura del eventual gobierno. A eso lo llamaban "reconciliación" y "libertad", pero era realmente una decisión suicida, que no se cumplió porque los Aliados, debido a sus problemas en el resto de Europa, no osaron invadir España, contra lo que esperaba casi todo el mundo.

Por otra parte, Franco había derrotado a la revolución, pero Don Juan y sus asesores, con un modo peculiar de ver las cosas, creían que, una vez vencido el peligro revolucionario, podrían agradecerle los servicios prestados y despedirlo como a un criado; incluso despedirlo a patadas, como parecía aconsejar la situación internacional. El Caudillo, por su parte, no consideraba haber luchado por una monarquía que visiblemente se había autoeliminado y aceptado la república, sino por un concepto más general de España. Y no estaba dispuesto a que, tras tanta sangre y esfuerzos, los mismos demagogos causantes de la guerra volvieran en triunfo cobijados bajo un manto real... que sin duda alguna se apresurarían a desgarrar en cuanto tuvieran ocasión.

Hoy, la monarquía tiene más prestigio popular que otras instituciones, por lo que su posible hundimiento vendría más de una conducta o táctica suicida que del republicanismo de unos políticos a quienes la gente desprecia cada vez más, con buenas razones. Aún así, debe recordarse la tesis izquierdista según la cual "el pueblo no es monárquico, sino juancarlista". Ese pueblo, naturalmente, es la misma izquierda, la cual no apoya a la monarquía, sino a un Juan Carlos dócil. Y de su docilidad no puede quejarse: le ha propuesto a la firma una ley falsaria y totalitaria que le deslegitima directamente, y el rey no solo ha puesto su firma, sino que se ha deshecho en elogios del chulo que así le ha dominado: un "ser humano íntegro", de "profundas convicciones" y que "sabe muy bien hacia qué dirección va y por qué y para qué hace las cosas". Quien no parece saber en qué dirección va es el rey, cada vez más impopular entre sus apoyos sociopolíticos más naturales.

Alfonso XIII jugó a menudo las mismas bazas. Cabe recordar que no solo no ganó la simpatía de sus enemigos, sino que perdió la de sus seguidores: el derechista general Sanjurjo fue quizá el factor clave en la llegada de la república.


CUESTIONES DE HISTORIA DE ESPAÑA: Cuestiones de historia de España – Errores izquierdistas básicos sobre la república – Errores derechistas sobre la república – La herencia de Las Casas.

martes, 25 de mayo de 2010

El veraz historiador de la Nueva España


No leo la Nueva España, no me gusta la censura, un caritativo amigo me regala el fascículo “Asturias bajo el franquismo” (LNE, 23-5-10) del muy veraz y más admirado historiador de cámara del periódico Javier Rodríguez Muñoz.
Lo decente sería publicarlo en el periódico, para los que han leído la mentira sepan que lo es. Claro que lo más decente aun sería que no dijese las tonterías que tan a menudo dice.
Hoy toca al señor Prieto, el sociata que se llevó el yate “Vita” (1939) lleno de joyas, entre ellas las que miles de obreros tenían empeñadas en todos los Montes de Piedad de España, del cual nunca más se supo, se sabe de antiguo y hasta el mismo PSOE lo debería saber, que en los montes de piedad no empeñan sus joyas los banqueros ricos. Y sí los pobres desgraciados a los que dice defender.
Una cosa es predicar y otra dar trigo.
Pero si predicas y quitas el trigo es más peor aun.
Zapatero parece que está repitiendo la jugada, eso sí, más elegantemente.
Nos dice el enterado don Javier (pg. 31) del Ayuntamiento de Oviedo en la época: “las oportunas gestiones para suprimir del Registro Civil la inscripción correspondiente a los dos sujetos que siguen: Indalecio Prieto…”
Leo en el interesantísimo libro de mi amigo Gómez Fouz, 1999, Pentalfa Ediciones, Oviedo, ISBN 84-7848-499-X. Hoy agotado,
Lo cual es una verdadera pena, pues en él se relatan con pelos y señales y muy documentado, las preciosidades que entre el magnífico comisario Ramos jefe de la Brigada Social y el PSOE asturiano se hicieron para cargarse al los comunistas de nuestra querida tierra. Y a fe que lo hicieron bien.
Volvamos con el compañero Prieto y el citado magnífico libro.
Leo en él (pg.241) un Certificado Literal de Inscripción de Nacimiento expedido en 1998 (le recuerdo a don Javier que Franco había estado gobernando cuarenta (40) años) de un sujeto que se llamaba Indalecio Prieto Tuero.
Entonces era pequeñín y no estaba tan lucido como cuando luego fue capitoste del PSOE y muchísimo menos que después de lo del “Vita”.
El certificado era de la serie AF 2G 196685, sección 1ª, tomo 26, pg. 43.
Nadie suprimió nada, entonces estaban los ayuntamientos y Gobierno dedicados a cosas más útiles que a quitar estatuas y demás tonterías.
Véase los dos preciosos y republicanos escudos que figuran las puertas del antiguo Gobierno Civil franquista en Oviedo, con sus coronas murales.
Entonces no se tiraba el dinero como ahora. Y, naturalmente, no se iban a romper dos preciosas puertas de buena madera por esa pìjada.
Esperemos la próxima falsedad de de don Javier, será pronto es la norma en él.

Francisco Alamán Castro

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