La presión fiscal, o si quieren presión tributaria, es un concepto económico que se refiere a los ingresos que los particulares y empresas aportan al Estado en concepto de impuestos.
Dicho esto, y como ya sabrán, el ignaro presidente asturiano Javier Fernández, ha manifestado que “no es verdad que la presión fiscal de Asturias inhiba el crecimiento económico”.
Mayor exabrupto, boutade, disparate, o como quieran ustedes llamar, no se puede decir
No hace falta ser ningún Premio Nobel para saber que el aumento de impuestos reduce el crecimiento económico, aquí y en Pekín del Valle. Como es obvio, las empresas, autónomos y particulares, se largarán a otros sitios donde la presión tributaria sea menor.
Por otra parte, le recordamos a este ignaro presidente, por aquello de “recuperar la memoria histórica” lanzada por su jefe, el gran timonel Zapatero, que cuando “okupó” el poder en 2004, la presión tributaria era del 34,50 del PIB; del del 35’62% en 2005; del 36’49% en 2006, y del 36’8% en 2007, por poner unos ejemplos. Como es lógico, el daño causado fue enorme, como ya es sabido, pues las inversiones extranjeras en nuestro país se desplomaron, agravando aún más el endeudamiento, con lo que nos dejó un pufo de casi un billón de euros.
Asimismo, y como ya sabrán también, según “Price Waterhouse Coopers” (PwC), probablemente la empresa con más prestigio en el mundo sobre auditorías, consultas y asesoramientos tanto fiscal como judicial, la presión fiscal conlleva “una ralentización del crecimiento, un aumento del fraude fiscal y una disminución de la competitividad”.
Curiosamente, después de las declaraciones de este ignaro presidente, aparecieron también en la prensa unas manifestaciones de los pescadores pidiendo la rebaja del IVA del 10% al 5% “para impulsar unas ventas que están a la baja”, ya que dichas ventas de pescado se están desplomando.
En fin, no hacemos más comentarios sobre el asunto porque no merece la pena.
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