jueves, 5 de agosto de 2010

El Caso Couso


Leo en la prensa que el Tribunal Supremo reabre el «caso Couso» porque el ataque es imputable penalmente a quien dirija las operaciones bélicas, considera que la estrategia bélica denominada «de impacto y pavor», consistente en actos como el bombardeo sobre personas y bienes protegidos en conflicto armado, fue la aplicada.

Si fuese así no dispararían contra una sola ventana un solo proyectil, lo harían contra las fachadas de los tres hoteles con más proyectiles. Esos disparos se hacen con artillería cuyos disparos son más efectivos en esos casos, se tira desde asentamientos fuera de vistas y fuegos, por tanto seguros, más, más salen mucho más baratos y sin arriesgarse a que les destruyan un carro, que por muchos que tengas siempre son pocos.
Ordena a la Audiencia Nacional que reabra la investigación por la muerte de José Couso en Bagdad, en 2003, por disparos de un tanque estadounidense, cuando el cámara estaba protegido por su condición de periodista.

En 2006 la Sección Segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia archivó las diligencias por considerar que se trató de un «acto de guerra contra enemigo erróneamente identificado» y declaró la falta de jurisdicción para juzgar los delitos imputados a tres militares de los Estados Unidos.

Cuidado que se leen tonterías de los tribunales superiores de justicia españoles en estos últimos tiempos, pero como ésta no he visto ninguna.

El hotel Palestina, donde vivía Couso, era uno de los tres hoteles donde estaban los periodistas acreditados para la guerra, incluidos los americanos.

Este hotel tenía unas vistas excelentes sobre la zona de combate, así lo describe Jon Lee Anderson (el corresponsal de guerra más famoso del mundo desde hace años) en su libro “La caída de Bagdad”. Y el propio Lee Anderson identifica algunos personajes de hotel “poco atractivos”, y se va a otro hotel.

Es don Jon conocido periodista de izquierda, ha escrito muy bien sobre el Che, muy mal sobre Pinochet y así sucesivamente, y es también, curiosamente, el primer Premio José Couso.

Gracias a sus fotos de Pinochet se supo que éste estaba en Londres, donde fue detenido por el payaso Garzón.

Posteriormente manifestó a una revista americana que lo de Couso se había politizado. Lo que es evidente y aquí están nuestros jueces estrella, para hacer el ridículo sin perder la ocasión

En pleno combate una sección de carros M-1 Abrams pasan el Tigris por un puente a poco más de un kilómetro de distancia del hotel. Los periodistas ven y cuentan como uno de ellos se para y solo ese gira su torre y apunta su cañón al hotel. Un carro, por muy bueno que sea su giroscopio que lo es en el M-1, si quiere hacer buena puntería sobre un blanco pequeño (una ventana) tiene que pararse

En aquel momento los marines estadounidenses en la zona estaba bajo fuego de mortero, comunicaciones iraquíes interceptadas revelaban que había un observador suyo corrigiéndoles el tiro.

El carro está un rato reconociendo la fachada, para descubrir al posible observador iraquí, es difícil descubrirlo, con un pequeño radioteléfono y unos prismáticos es suficiente para esa misión y es de suponer que muchos periodistas estuviesen utilizando ese medio para seguir los combates. A ninguno de ellos dispararon.

En esto descubren un individuo con una cámara de televisión.

Una cámara de TV es lo más parecido al visor del puesto de tiro de una lanzadera de misiles. Las dos cosas sirven más o menos para lo mismo y su aspecto y tamaño es parecido.

El jefe del carro inmediatamente dispara, no tenía otro remedio, por lo que se ve con gran puntería.

Estaba a más de mil metros, en un carro se mira por un periscopio, con lo cual la visión no es todo lo buena que seria precisa.

¿Que hubiese pasado si el disparo lo hubiese realizado el otro antes?
Los misiles contracarro modernos son infalibles y los no tan modernos casi.
El carro hubiese sido con toda seguridad destruido.

Es la primera obligación de un jefe militar en combate proteger a sus soldados y no preocuparse de las tristes imprudencias de otras gentes aunque sean periodistas.
Las memeces de los ministros españoles del ramo (Bono: prefiero que me maten que matar) no dejan de ser una memez. Le propongo otra frase aun menos cierta, “prefiero que me roben que robar

Los corresponsales de guerra saben donde están, en la guerra, son ellos los que toman la decisión de exponerse y no están allí para que otros pongan en peligro sus vidas por sus insensateces.

¿Quien tenía medios y poder para garantizar al jefe de carro que Couso no era un enemigo?

Estaban en zona de combate y el pobre Couso lo sabía de sobra.

Es muy posible por no decir seguro que no si viviese no se prestase a este circo anti-USA

Francisco Alamán Castro

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