jueves, 12 de febrero de 2009

Cuanto peor . . . mejor


Le pido a Dios que no sea así, pero lamentablemente, a mí, enemigo de la democracia, enemigo mortal del sistema liberal capitalista que nos oprime, me agobia la situación que padecemos todos los españoles, y de corazón le pido a Dios que no sea así, que esté yo equivocado, que el enemigo de España y del hombre, la democracia, el sistema liberal capitalista, esté en el camino recto y yo en el camino equivocado. Que sea yo, y no España, no la Hispanidad, no la Humanidad el condenado a la debacle.


Lamentablemente para mí, no es esa mi percepción de la vida. Lamentablemente para mí, que no para la generalidad de la sociedad, el sistema que se define como ideal, como matriz de vida, es el sistema más perverso que puede sufrir una persona, una sociedad; el sistema más perverso que puedo sufrir yo mismo y la sociedad de la que formo parte.


Para percatarme de esa esencia no necesito sino vivir a diario la hediondez que me circunda, puesto que dentro de la perfección humanista que conforma mi familia y el entorno íntimo de las personas que me rodean, no puedo sentirme ajeno a la comunidad amplia, a la sociedad, a la Patria, a la Humanidad; a esa misma que se encuentra esclavizada en el más amplio y en el más concreto de los sentidos.


Gracias a mis círculos íntimos puedo seguir viviendo; gracias a mis círculos cercanos, humanos, puedo seguir teniendo esperanza dentro de un mundo deleznable, necesitado de una hecatombe social que de al traste con una sociedad antihumana como la que nos oprime.


Nada de lo existente es admisible. Nada es defendible. Es preferible la necesidad absoluta: la penuria, el hambre... y la Libertad, y la Justicia, y la PATRIA ... a la esclavitud y a la saciedad. Saciedad, ¿de qué?, de vicio, de mentira, de incultura.


Es hora de que el pueblo español reaccione y decida sobre su porvenir. ¿Cuanto peor, mejor?.




¿Para quién?


Cesáreo Jarabo

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