viernes, 31 de octubre de 2025

El principio y el fin ( y I I )


 

Como decíamos en la anterior entrega, en esta última veremos algo sobre la influencia del pensamiento de Epicuro, pensamiento que aún se defendía trescientos años después, y también en estos momentos por parte de algunos, algunas y “algunes”.

El filósofo romano Tito Lucreio Caro, que vivió entre los años 99 y 55 a. de C., que fue conocido por su obra “Sobre la naturaleza de las cosas” (en latín “De rerum natura”), notificó y expresó su devoción por Epicuro, llegando a decir que éste había sido el primer griego "que se atrevió a alzar sus ojos contra una religión plena de obligaciones y amenazas contra los pobres mortales. Fábulas, rayos y represalias celestes no lograron otra cosa que azuzar su rebeldía y despertar su afán por descubrir los secretos de la naturaleza".

De este modo y manera triunfó Lucrecio, rompiendo los muros y las cercas de los temores  atávicos y hereditarios, para inmiscuirse en los misteriosos y velados  secretos cosmológicos con el objeto de enseñarnos “todo lo que se puede saber sobre lo que nace y muere, y todo sobre las leyes que rigen el mundo material”. Pedantería infumable, oiga.

En fin, con la cita obra “De rerum natura”, el pensamiento de Epicuro se convirtió en una auténtica doctrina, dogma, credo, etc, que expresaba que la materia era autosuficiente. De lo que no dice nada es sobre el principio y fin de la materia, así como tampoco dice nada de quién fue el Creador de la materia. El populismo, la logomaquia y la demagogia se ven aquí claramente: lo que dicen Lucrecio y Epicuro es la verdad, porque lo que dicen los “otros” es mentira.

Nota.- ¿Existiría en aquellos tiempos “epicureistas” un telescopio como el “James Webb”, para ver la imagen del Cosmos que adjuntamos?



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