Como decíamos en nuestro
anterior artículo, el terrorismo intelectual marxista comenzó con los Gramsci,
Münzenberg y Lukacs principalmente, aunque también hubo otros que siguieron sus
pasos. Sobre Gramsci ya hemos escrito los artículos intitulados “Antonio Gramsci” y “El
otro terrorismo , insertados en este blog.
No cabe duda de que Gramsci fue el primero que, contradiciendo hasta cierto
punto a Lenin, cambió al terreno de la cultura el pilar marxista de la lucha de
clases, aunque en ambos casos el terrorismo está presente: en Gramsci, el
intelectual, y en Lenin el de masas.
El plan de Gramsci, como ya es sabido, consistía, y consiste, en la toma del
poder no por vía democrática, sino en la destrucción de los principios y
fundamentos morales y éticos del cristianismo que, en a fin de cuentas es lo
que persigue el marxismo con su odio visceral a todo lo que huela a religión
cristiana. De otras ni pío.
Otro de los personajes de este terrorismo intelectual, fue Willi Münzenberg,
alto cargo de la Kommintern en los tiempos de Lenin y Stalin. Este sujeto se
encargó de expandir por el mundo occidental todo el programa de este nuevo
sistema subversivo, que tendría una gran aceptación gracias a los “tontos
útiles”, que diría Lenin.
Esta nueva táctica de terrorismo intelectual, tuvo su origen en un
“viaje” (
I ) que hizo Antonio Gramsci a la URSS, al comprobar “in situ” que el
comunismo no funcionaba desde un punto de vista político y mucho menos
democrático. Se dio cuenta que el régimen soviético sólo subsistía mediante la
aplicación del terror de masas, lo que traía el miedo y el sufrimiento de la
población. Sobre el citado terror de masas, bastan un par de frases. Así,
Lenin decía:
La verdad es que, al contrario de los citados “tontos útiles” que visitaban la
URSS y salían de allí cantando y contando sus excelencias, Gramsci no mordió el
anzuelo, aunque su fanatismo marxista le impedía deshacerse del clíbano mental
que tenía sobre el asunto.
Y este clíbano mental, a pesar de lo visto en la URSS, le hacía ver, creer y
comprender que el marxismo seguía siendo infalible. Si esto era así, ¿cómo se
explicaba entonces la situación tan desastrosa de lo visto en la Unión
Soviética? ¿Cuál era el motivo? ¿Por qué no funcionaba aquello?
Como no podía ser de otra manera, había que dar una “explicación científica” a
todo esto. Y, claro, tal explicación no podía ser otra: el fracaso del
comunismo era culpa de la tradición judeocristiana que, con sus principios,
normas y leyes, había dominado las conciencias durante dos mil años impidiendo
la realización de la doctrina marxista.
Y es aquí donde el marxismo despliega todo su arsenal para atacar de una manera
más contundente a la religión cristiana, empezando por la familia y la
propiedad privada, que son los pilares naturales de toda sociedad normalmente
constituida. Ya Engels en su día había dicho que “La liberación de la
mujer pasa por la destrucción de la familia y su ingreso al mercado del
trabajo. Así, ocupará su lugar en la sociedad de producción, ya sin el yugo
marital ni la carga de la maternidad”.
(
I ).- Conviene recordar que este “viaje” de Gramsci a la URSS, fue porque salió
huyendo de Mussolini, como hicieron otros muchos líderes comunistas en España
que, cuando vienen la duras, en vez de dar la cara con valentía, salieron
huyendo en aviones, buques y hasta en ambulancias llevando joyas, tesoros,
alhajas, etc.


No hay comentarios:
Publicar un comentario