Decía el sabio Salomón que la soberbia era el heraldo
de la ruina, diciendo también que “donde hay soberbia, allí habrá
ignorancia; mas donde hay humildad, habrá sabiduría”. A lo mejor comentó
algo de esto Su Sanchidad cuando visitó al Papa, oiga.
Las personas, “personos” y “persones” que andan por
ahí arriba con la mentira, la farsa, el engaño, el bulo, etc, en la boca,
tienen la mente y el corazón llenos de malicia, de envidia, de inmoralidad,
etc, amén de sembrar querellas, conflictos, discordias, etc, en el “pueblo
soberano”, siendo también difusores de calumnias e inflamadores de odios,
enconos, tirrias, inquinas, rencores, etc.
Dicha gente, como se puede ver todos los días en
algunos “mass-media”, es de una insolencia descomunal, que la lleva a la
presunción, a la petulancia, a la pedantería, a la soberbia, etc, amén de caer
también en el engreimiento, en la altanería, en la arrogancia, etc, lo que les
hace que les importe un bledo, dos cominos y tres dídimos el decoro, la
decencia, el honor, la dignidad, etc, del “pueblo soberano” del que tanto
hablan.
Por otra parte, y en otros aspectos, esta gente actúa
a su manera cuando se trata de pleitos, querellas, demandas, litigios, etc, que
afectan a familiares y a sujetos y sujetas del entorno político, manifestando y
exponiendo imputaciones y acusaciones falsas.
En cuanto a los “discursos”, ¡para qué vamos a hablar!
Dichos y palabras halagüeñas, aduladoras, elogiosas, zalameras, lisonjeras,
etc, de todo lo que dicen y hacen, pero en el fondo no hay más que una mente y
un corazón falso, ficticio, hipócrita, etc, que oculta y esconde, bajo la loa y
alabanza, el odio y la inquina que transporta.
Y terminamos con una frase del escritor y abogado
argentino, Diego Migliorisi: “La soberbia ciega a las personas metiéndolas
en lo irreal y eso le hace mucho daño a la sociedad. Un soberbio con poder está
a un paso de ser un autoritario”.


No hay comentarios:
Publicar un comentario